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Comprar Vino
El vino es una bebida alcohólica que se obtiene a partir de la fermentación total o parcial del mosto o jugo de las uvas. Aunque con el tiempo se ha vuelto cada vez más sofisticado y asume distintas variaciones en su técnica, este proceso se ha mantenido a lo largo de la historia.
La uva, la materia prima del vino
No todas las uvas son aptas como materia prima del vino. La 'vitis vinifera' es la planta que, con los cuidados adecuados, puede servir para su elaboración. Estas son cosechadas en viñas, plantaciones de vides, que tienen características específicas a partir de los factores climáticos, la variedad o cepa de uva y las condiciones del suelo. Estas especificidades del terreno después tendrán su impronta en las cualidades del vino, otorgándole diferentes notas de color, aroma y sabor.
La vendimia o recolección de estas uvas se realiza en función del tipo de vino que se quiera elaborar. A mayor maduración de la uva, aumenta la concentración de azúcares y disminuye su acidez. Con lo cual, los tiempos deben precisarse en función de si se quiere obtener un vino más ligero y fresco, o uno más alcohólico.
Después de la cosecha, las uvas son separadas de las ramas o bayas que no han alcanzado la madurez óptima, para pasar a una máquina despalilladora que elimina los raspones y, por último, una estrujadora mecánica que extrae ligeramente el mosto, para finalmente depositarlo para su fermentación en depósitos de hormigón, acero inoxidable o cubos de madera.
¿Qué caracteriza a los distintos tipos de vino?
Los vinos pueden clasificarse, entre otras cosas, en función de su técnica de elaboración, de su edad o el tiempo que permanecen en reposo en una bodega, como también por su contenido alcohólico y de azúcares.
El vino tinto
El vino tinto se produce a partir del mosto de variedades tintas de 'vitis vinifera'. A diferencia del vino blanco, durante su fermentación se lo mantiene en contacto con los hollejos, la piel de las uvas, para que en esa maceración pueda darle su color a la pulpa, que va a variar entre el rojo y el púrpura.
Los hollejos, junto con las pepitas de la uva, también le aportan taninos, que es lo que le brinda su estructura. A mayor cantidad de tanino, el vino tendrá más cuerpo y contenido alcohólico, y será menos ligero y afrutado. En función del tiempo que pase tanto en barrica como en botella después de su elaboración, se pueden obtener distintas categorías de vinos: joven crianza, crianza, reserva o gran reserva. La temperatura de fermentación en vinos jóvenes es de unos 18ºC, mientras que para los vinos de crianza y reserva es entre 25º y 30ºC.
Entre las variedades tintas más relevantes, se destacan el Tempranillo en la región de La Rioja, Navarra, Ribera del Duero y Toro, también el Cabernet Sauvignon y Merlot en la región de Burdeos, el Syrah en el Valle del Ródano y, por último, la variedad reina Pinot Noir en Borgoña.
El Vino blanco
Por su parte, el vino blanco se produce a partir de la fermentación del mosto no coloreado de las uvas. En mayor medida, se elabora a partir de uvas blancas (con un color de piel amarillo verdoso), aunque también puede hacerse con variedades tintas, evitando el contacto con los hollejos durante la fermentación. Las uvas de variedades blancas tienen hollejos ricos en flavonas, que pueden proporcionarle al vino sus características aromáticas, como también taninos. Además, su pulpa es rica en agua, azúcares y ácidos orgánicos.
Durante su elaboración los ciclos de prensado aumentan progresivamente la presión en el vino. Mientras que las primeras fracciones de mosto son muy ricas en aroma y azúcar, a medida que aumenta la presión predominan los taninos y sustancias verdes.
El vino blanco, a diferencia del tinto, se debe fermentar a 17°C. Después, entra en un período de reposo que puede durar entre tres y seis meses. Durante este tiempo, el bodeguero puede optar por elaborar un vino blanco joven o con crianza, criando el vino en barricas de roble o depósitos de manera.
Entre las variedades más relevantes del panorama vinícola mundial, existen desde opciones más ligeras y secas hasta otras más aromáticos y dulces. Entre ellos, se encuentran el Chardonnay de la región de Borgoña, el Sauvignon Blanc del Loire y de Burdeos, la variedad estrella en Alemania Riesling, Viura en La Rioja y Penedés, Grüner Veltliner en Austria, los altamente aromáticos Gewürztraminer de Alsacia, como también Albariño en Rías Baixas (Galicia).
El Vino Rosado
El vino rosado puede pensarse como un punto medio entre el vino tinto y el blanco. Este vino se puede obtener mediante dos métodos: por prensado, que consiste en rellenar la prensa con uva tinta entera junto a un 20% de variedades blancas, o por maceración breve en frío del mosto sobre los hollejos, de manera que se tiña levemente hasta lograr un color rosado.
Asimismo, estos vinos pueden someterse a distintos tratamientos, ya sea la fermentación maloláctica, la estabilización tartárica y la filtración. También podrán encontrarse vinos rosados jóvenes y con crianza, en aquellos casos en que se hayan sometido a un proceso de envejecimiento en roble.
Vinos espumosos
Por su parte, los espumosos son aquellos que se producen a partir de una primera fermentación parcial del mosto para la obtención de una base, que después atraviesa una segunda fermentación en botella para la formación de espuma o gas carbónico. Entre sus variedades, podemos encontrar Champagne y Cava, como también Crémant, Sekt y Prosseco.
Los Vinos Generosos
Por último, los vinos generosos, también llamados fortificados, son aquellos en los que se incorporan determinados procesos durante su elaboración, para alcanzar una mayor graduación alcohólica.
Para elaborarlos, se detiene el proceso de fermentación antes de que la levadura transforme todo el azúcar en alcohol, y después se fortifica su contenido alcohólico. El resultado son vinos fuertes y dulces. Andalucía, y especialmente Jerez, es la región ideal para la elaboración de estos vinos.
Después de realizada la fermentación, los vinos se clasifican según su cuerpo y calidad: los más ligeros y ácidos, con poca concentración de taninos, son utilizados para elaborar finos o manzanillas, mientras que los más opulentos y estructurados, servirán para vinos olorosos. Estos vinos son sometidos a un mínimo de tres años de crianza en roble, ya sea crianza biológica u oxidativa.
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El vino es una bebida alcohólica que se obtiene a partir de la fermentación total o parcial del mosto o jugo de las uvas. Aunque con el tiempo se ha vuelto cada vez más sofisticado y asume distintas variaciones en su técnica, este proceso se ha mantenido a lo largo de la historia.
La uva, la materia prima del vino
No todas las uvas son aptas como materia prima del vino. La 'vitis vinifera' es la planta que, con los cuidados adecuados, puede servir para su elaboración. Estas son cosechadas en viñas, plantaciones de vides, que tienen características específicas a partir de los factores climáticos, la variedad o cepa de uva y las condiciones del suelo. Estas especificidades del terreno después tendrán su impronta en las cualidades del vino, otorgándole diferentes notas de color, aroma y sabor.
La vendimia o recolección de estas uvas se realiza en función del tipo de vino que se quiera elaborar. A mayor maduración de la uva, aumenta la concentración de azúcares y disminuye su acidez. Con lo cual, los tiempos deben precisarse en función de si se quiere obtener un vino más ligero y fresco, o uno más alcohólico.
Después de la cosecha, las uvas son separadas de las ramas o bayas que no han alcanzado la madurez óptima, para pasar a una máquina despalilladora que elimina los raspones y, por último, una estrujadora mecánica que extrae ligeramente el mosto, para finalmente depositarlo para su fermentación en depósitos de hormigón, acero inoxidable o cubos de madera.
¿Qué caracteriza a los distintos tipos de vino?
Los vinos pueden clasificarse, entre otras cosas, en función de su técnica de elaboración, de su edad o el tiempo que permanecen en reposo en una bodega, como también por su contenido alcohólico y de azúcares.
El vino tinto
El vino tinto se produce a partir del mosto de variedades tintas de 'vitis vinifera'. A diferencia del vino blanco, durante su fermentación se lo mantiene en contacto con los hollejos, la piel de las uvas, para que en esa maceración pueda darle su color a la pulpa, que va a variar entre el rojo y el púrpura.
Los hollejos, junto con las pepitas de la uva, también le aportan taninos, que es lo que le brinda su estructura. A mayor cantidad de tanino, el vino tendrá más cuerpo y contenido alcohólico, y será menos ligero y afrutado. En función del tiempo que pase tanto en barrica como en botella después de su elaboración, se pueden obtener distintas categorías de vinos: joven crianza, crianza, reserva o gran reserva. La temperatura de fermentación en vinos jóvenes es de unos 18ºC, mientras que para los vinos de crianza y reserva es entre 25º y 30ºC.
Entre las variedades tintas más relevantes, se destacan el Tempranillo en la región de La Rioja, Navarra, Ribera del Duero y Toro, también el Cabernet Sauvignon y Merlot en la región de Burdeos, el Syrah en el Valle del Ródano y, por último, la variedad reina Pinot Noir en Borgoña.
El Vino blanco
Por su parte, el vino blanco se produce a partir de la fermentación del mosto no coloreado de las uvas. En mayor medida, se elabora a partir de uvas blancas (con un color de piel amarillo verdoso), aunque también puede hacerse con variedades tintas, evitando el contacto con los hollejos durante la fermentación. Las uvas de variedades blancas tienen hollejos ricos en flavonas, que pueden proporcionarle al vino sus características aromáticas, como también taninos. Además, su pulpa es rica en agua, azúcares y ácidos orgánicos.
Durante su elaboración los ciclos de prensado aumentan progresivamente la presión en el vino. Mientras que las primeras fracciones de mosto son muy ricas en aroma y azúcar, a medida que aumenta la presión predominan los taninos y sustancias verdes.
El vino blanco, a diferencia del tinto, se debe fermentar a 17°C. Después, entra en un período de reposo que puede durar entre tres y seis meses. Durante este tiempo, el bodeguero puede optar por elaborar un vino blanco joven o con crianza, criando el vino en barricas de roble o depósitos de manera.
Entre las variedades más relevantes del panorama vinícola mundial, existen desde opciones más ligeras y secas hasta otras más aromáticos y dulces. Entre ellos, se encuentran el Chardonnay de la región de Borgoña, el Sauvignon Blanc del Loire y de Burdeos, la variedad estrella en Alemania Riesling, Viura en La Rioja y Penedés, Grüner Veltliner en Austria, los altamente aromáticos Gewürztraminer de Alsacia, como también Albariño en Rías Baixas (Galicia).
El Vino Rosado
El vino rosado puede pensarse como un punto medio entre el vino tinto y el blanco. Este vino se puede obtener mediante dos métodos: por prensado, que consiste en rellenar la prensa con uva tinta entera junto a un 20% de variedades blancas, o por maceración breve en frío del mosto sobre los hollejos, de manera que se tiña levemente hasta lograr un color rosado.
Asimismo, estos vinos pueden someterse a distintos tratamientos, ya sea la fermentación maloláctica, la estabilización tartárica y la filtración. También podrán encontrarse vinos rosados jóvenes y con crianza, en aquellos casos en que se hayan sometido a un proceso de envejecimiento en roble.
Vinos espumosos
Por su parte, los espumosos son aquellos que se producen a partir de una primera fermentación parcial del mosto para la obtención de una base, que después atraviesa una segunda fermentación en botella para la formación de espuma o gas carbónico. Entre sus variedades, podemos encontrar Champagne y Cava, como también Crémant, Sekt y Prosseco.
Los Vinos Generosos
Por último, los vinos generosos, también llamados fortificados, son aquellos en los que se incorporan determinados procesos durante su elaboración, para alcanzar una mayor graduación alcohólica.
Para elaborarlos, se detiene el proceso de fermentación antes de que la levadura transforme todo el azúcar en alcohol, y después se fortifica su contenido alcohólico. El resultado son vinos fuertes y dulces. Andalucía, y especialmente Jerez, es la región ideal para la elaboración de estos vinos.
Después de realizada la fermentación, los vinos se clasifican según su cuerpo y calidad: los más ligeros y ácidos, con poca concentración de taninos, son utilizados para elaborar finos o manzanillas, mientras que los más opulentos y estructurados, servirán para vinos olorosos. Estos vinos son sometidos a un mínimo de tres años de crianza en roble, ya sea crianza biológica u oxidativa.