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Comprar Vino de Viña Mein
Imagina un rincón donde el tiempo parece avanzar más despacio. Ahí, en el valle del Avia, entre colinas suaves y ríos serpenteantes, se encuentra Viña Meín. No es solo una bodega, es un pedazo de historia anclado en el corazón del Ribeiro, una de las regiones vinícolas más antiguas de España.
Pero la historia moderna de Viña Meín comienza en 1988, cuando un grupo de apasionados del vino decidieron recuperar el esplendor de estos viñedos. Con el tiempo, la bodega creció, evolucionó y en 2019, se fusionó con el legendario proyecto de Emilio Rojo. Su pequeña parcela, trabajada con una meticulosidad casi artesanal, se convirtió en un referente del Ribeiro. ¡Pocos pueden decir que han conseguido elevar el vino blanco gallego a tal nivel de reconocimiento!
Viñedos
Caminar por los viñedos de Viña Meín es como recorrer un mosaico de pequeñas joyas naturales. Son 14 parcelas repartidas en 18,3 hectáreas, cada una con su propia identidad. Las vides crecen en suelos de sábrego, una mezcla de granito descompuesto que, con el tiempo, ha ido moldeando el carácter de los vinos.
El clima aquí es un juego de contrastes. Días cálidos, noches frescas y un toque de humedad atlántica crean las condiciones perfectas para que las uvas maduren lentamente, desarrollando una acidez vibrante y un abanico aromático incomparable.
Las variedades que crecen en estas tierras son las autóctonas del Ribeiro : Treixadura, Godello, Albariño, Loureira y Caíño Blanco. Cada una aporta su esencia, su personalidad, su propia historia. Y juntas, dan vida a vinos que hablan del lugar de donde vienen.
Pero aquí no se trata solo de terroir. Se trata de respeto por la naturaleza. Viña Meín apuesta por una agricultura sostenible, fomentando la biodiversidad y evitando productos químicos innecesarios. No es solo una cuestión de calidad; es un compromiso con el futuro del viñedo.
Filosofía
Si algo define a Viña Meín - Emilio Rojo es su obsesión por el detalle. Aquí no hay prisa. La vendimia se hace a mano, parcela por parcela, como quien escoge las mejores notas para componer una melodía perfecta.
En la bodega, la filosofía es clara: menos intervención, más expresión. Las uvas se prensan suavemente, extrayendo sólo el jugo más puro. La fermentación ocurre de manera espontánea, con levaduras autóctonas que reflejan el carácter único del Ribeiro. Y luego, el vino reposa en acero inoxidable, en hormigón o en madera, dependiendo de lo que cada añada necesite.
No hay recetas rígidas ni procesos industriales. Solo paciencia, intuición y el deseo de embotellar un pedazo de paisaje. El resultado son vinos con alma, con profundidad, con ese equilibrio entre frescura y complejidad que los hace inolvidables.
Viña Meín no busca impresionar con artificios. Prefiere seducir con autenticidad. Y cuando pruebas uno de sus vinos, entiendes que no solo estás bebiendo Ribeiro. Estás bebiendo historia, pasión y el amor de generaciones enteras por esta tierra.
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Comprar Vino de Viña Mein
Imagina un rincón donde el tiempo parece avanzar más despacio. Ahí, en el valle del Avia, entre colinas suaves y ríos serpenteantes, se encuentra Viña Meín. No es solo una bodega, es un pedazo de historia anclado en el corazón del Ribeiro, una de las regiones vinícolas más antiguas de España.
Pero la historia moderna de Viña Meín comienza en 1988, cuando un grupo de apasionados del vino decidieron recuperar el esplendor de estos viñedos. Con el tiempo, la bodega creció, evolucionó y en 2019, se fusionó con el legendario proyecto de Emilio Rojo. Su pequeña parcela, trabajada con una meticulosidad casi artesanal, se convirtió en un referente del Ribeiro. ¡Pocos pueden decir que han conseguido elevar el vino blanco gallego a tal nivel de reconocimiento!
Viñedos
Caminar por los viñedos de Viña Meín es como recorrer un mosaico de pequeñas joyas naturales. Son 14 parcelas repartidas en 18,3 hectáreas, cada una con su propia identidad. Las vides crecen en suelos de sábrego, una mezcla de granito descompuesto que, con el tiempo, ha ido moldeando el carácter de los vinos.
El clima aquí es un juego de contrastes. Días cálidos, noches frescas y un toque de humedad atlántica crean las condiciones perfectas para que las uvas maduren lentamente, desarrollando una acidez vibrante y un abanico aromático incomparable.
Las variedades que crecen en estas tierras son las autóctonas del Ribeiro : Treixadura, Godello, Albariño, Loureira y Caíño Blanco. Cada una aporta su esencia, su personalidad, su propia historia. Y juntas, dan vida a vinos que hablan del lugar de donde vienen.
Pero aquí no se trata solo de terroir. Se trata de respeto por la naturaleza. Viña Meín apuesta por una agricultura sostenible, fomentando la biodiversidad y evitando productos químicos innecesarios. No es solo una cuestión de calidad; es un compromiso con el futuro del viñedo.
Filosofía
Si algo define a Viña Meín - Emilio Rojo es su obsesión por el detalle. Aquí no hay prisa. La vendimia se hace a mano, parcela por parcela, como quien escoge las mejores notas para componer una melodía perfecta.
En la bodega, la filosofía es clara: menos intervención, más expresión. Las uvas se prensan suavemente, extrayendo sólo el jugo más puro. La fermentación ocurre de manera espontánea, con levaduras autóctonas que reflejan el carácter único del Ribeiro. Y luego, el vino reposa en acero inoxidable, en hormigón o en madera, dependiendo de lo que cada añada necesite.
No hay recetas rígidas ni procesos industriales. Solo paciencia, intuición y el deseo de embotellar un pedazo de paisaje. El resultado son vinos con alma, con profundidad, con ese equilibrio entre frescura y complejidad que los hace inolvidables.
Viña Meín no busca impresionar con artificios. Prefiere seducir con autenticidad. Y cuando pruebas uno de sus vinos, entiendes que no solo estás bebiendo Ribeiro. Estás bebiendo historia, pasión y el amor de generaciones enteras por esta tierra.