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Comprar Vino de Bodegas Valdesil
La región de Valdeorras, situada en el extremo oriental de la provincia de Ourense, en Galicia, ha permanecido durante mucho tiempo en un discreto segundo plano dentro del mapa vitivinícola español. Pero quién ha puesto sus pies sobre sus suelos pizarrosos, quien ha sentido en la piel esa mezcla de humedad atlántica y sol continental, sabe que aquí se cultiva algo excepcional. No por casualidad, la bodega Valdesil ha puesto este rincón gallego en el radar de los más exigentes catadores internacionales. Y todo comienza con una uva: Godello.
El origen de Valdesil y la defensa de la Godello
La historia de Valdesil es indisociable de esta variedad blanca que hoy muchos consideran una de las grandes uvas del mundo. Durante décadas fue ignorada, incluso arrancada, en favor de castas más productivas. La familia Prada, fundadora de Valdesil, no se dejó seducir por las modas. En 1885, su antepasado José Ramón Gayoso plantó Godello en la parcela de Pedrouzos, hoy considerado el viñedo de Godello más antiguo del mundo. Esa fidelidad a lo autóctono es la columna vertebral del proyecto.
Un suelo que moldea el carácter del vino
Los suelos de Valdeorras son un mapa geológico en miniatura. En las laderas altas predominan las pizarras negras, pobres y drenantes; en las zonas bajas del valle del Sil, hay más arcilla y humedad. La Godello responde con precisión quirúrgica a cada variación. En pizarra se muestra más vertical y filosa; en arcilla, más envolvente, con recuerdos de fruta madura y heno seco.
El clima es un aliado exigente. A pesar de encontrarse en Galicia, Valdeorras no responde al tópico lluvioso. La altitud (300-700 metros), el encajonamiento del valle y la influencia continental marcan un ciclo vegetativo de primaveras inciertas, veranos secos y otoños que obligan a vendimiar rápido. El estrés hídrico y las oscilaciones térmicas favorecen una maduración lenta, ideal para vinos con estructura y acidez.
Pezas da Portela - Una sinfonía de microparcelas
Valdesil ha sabido leer ese mapa invisible del suelo y segmentar sus vinos según altitud, exposición y mineralidad. Su gama de blancos no se basa en artificios de bodega, sino en una meticulosa interpretación del viñedo. Pezas da Portela es un ejemplo de esta filosofía: una composición coral de pequeñas piezas, cada una vinificada por separado y luego ensamblada. En nariz, fruta blanca fresca, pomelo y piel de limón; en boca, una textura salina, precisa, vibrante. Es un vino que habla en voz baja, pero deja huella.
Mencía - Un tinto con nervio y sobriedad
La Godello no es la única protagonista. Valdesil también trabaja con Mencía, aunque desde una lectura más sobria que la exuberancia frutal que se le atribuye en otras regiones. Aquí, la Mencía se expresa con nervio: cereza ácida, grafito, fondo terroso. En su versión más cuidada, como Valderroa Carballo, envejecido en barrica usada, hay tensión entre fruta y tierra, frescura y gravedad. Es un tinto de paso largo, sin maquillaje.
Quinta generación - Continuidad y precisión
Hoy, Victoria y Borja Prada, quinta generación, asumen las riendas del proyecto con la misma mirada: respeto por los viejos viñedos en vaso, mínima intervención en bodega, y una obsesión casi científica por entender cada parcela. En una época de industrialización del vino gallego, Valdesil apuesta por la identidad frente a la estandarización.
Algunos piensan que la Godello ya ha alcanzado su cénit. Valdesil demuestra lo contrario: que la misma uva, en el mismo suelo, puede seguir hablando distinto si se le escucha mejor. Aquí, la innovación está en redescubrir lo que siempre estuvo allí: una viticultura de montaña, de minifundios, de sabiduría rural.
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Comprar Vino de Bodegas Valdesil
La región de Valdeorras, situada en el extremo oriental de la provincia de Ourense, en Galicia, ha permanecido durante mucho tiempo en un discreto segundo plano dentro del mapa vitivinícola español. Pero quién ha puesto sus pies sobre sus suelos pizarrosos, quien ha sentido en la piel esa mezcla de humedad atlántica y sol continental, sabe que aquí se cultiva algo excepcional. No por casualidad, la bodega Valdesil ha puesto este rincón gallego en el radar de los más exigentes catadores internacionales. Y todo comienza con una uva: Godello.
El origen de Valdesil y la defensa de la Godello
La historia de Valdesil es indisociable de esta variedad blanca que hoy muchos consideran una de las grandes uvas del mundo. Durante décadas fue ignorada, incluso arrancada, en favor de castas más productivas. La familia Prada, fundadora de Valdesil, no se dejó seducir por las modas. En 1885, su antepasado José Ramón Gayoso plantó Godello en la parcela de Pedrouzos, hoy considerado el viñedo de Godello más antiguo del mundo. Esa fidelidad a lo autóctono es la columna vertebral del proyecto.
Un suelo que moldea el carácter del vino
Los suelos de Valdeorras son un mapa geológico en miniatura. En las laderas altas predominan las pizarras negras, pobres y drenantes; en las zonas bajas del valle del Sil, hay más arcilla y humedad. La Godello responde con precisión quirúrgica a cada variación. En pizarra se muestra más vertical y filosa; en arcilla, más envolvente, con recuerdos de fruta madura y heno seco.
El clima es un aliado exigente. A pesar de encontrarse en Galicia, Valdeorras no responde al tópico lluvioso. La altitud (300-700 metros), el encajonamiento del valle y la influencia continental marcan un ciclo vegetativo de primaveras inciertas, veranos secos y otoños que obligan a vendimiar rápido. El estrés hídrico y las oscilaciones térmicas favorecen una maduración lenta, ideal para vinos con estructura y acidez.
Pezas da Portela - Una sinfonía de microparcelas
Valdesil ha sabido leer ese mapa invisible del suelo y segmentar sus vinos según altitud, exposición y mineralidad. Su gama de blancos no se basa en artificios de bodega, sino en una meticulosa interpretación del viñedo. Pezas da Portela es un ejemplo de esta filosofía: una composición coral de pequeñas piezas, cada una vinificada por separado y luego ensamblada. En nariz, fruta blanca fresca, pomelo y piel de limón; en boca, una textura salina, precisa, vibrante. Es un vino que habla en voz baja, pero deja huella.
Mencía - Un tinto con nervio y sobriedad
La Godello no es la única protagonista. Valdesil también trabaja con Mencía, aunque desde una lectura más sobria que la exuberancia frutal que se le atribuye en otras regiones. Aquí, la Mencía se expresa con nervio: cereza ácida, grafito, fondo terroso. En su versión más cuidada, como Valderroa Carballo, envejecido en barrica usada, hay tensión entre fruta y tierra, frescura y gravedad. Es un tinto de paso largo, sin maquillaje.
Quinta generación - Continuidad y precisión
Hoy, Victoria y Borja Prada, quinta generación, asumen las riendas del proyecto con la misma mirada: respeto por los viejos viñedos en vaso, mínima intervención en bodega, y una obsesión casi científica por entender cada parcela. En una época de industrialización del vino gallego, Valdesil apuesta por la identidad frente a la estandarización.
Algunos piensan que la Godello ya ha alcanzado su cénit. Valdesil demuestra lo contrario: que la misma uva, en el mismo suelo, puede seguir hablando distinto si se le escucha mejor. Aquí, la innovación está en redescubrir lo que siempre estuvo allí: una viticultura de montaña, de minifundios, de sabiduría rural.