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La Petite Empreinte
Coteaux Bourguignons34,15€
32,44€/ud (-5%)
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La Petite Empreinte
Bourgogne Côtes d'Auxerre34,15€
32,44€/ud (-5%)
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Comprar Vino de La Petite Empreinte
La Petite Empreinte es una de las voces más sugerentes de la nueva viticultura natural en Borgoña. Fundada en 2020 por Mélissa Bazin y Romain De Moor, esta microbodega no busca imitar los grandes nombres de la región, sino trazar su propio camino con una convicción que no admite atajos. Su nombre, "la pequeña huella", es una declaración de principios: intervenir lo menos posible, dejar que la vid hable, que el suelo se exprese, que el vino sea consecuencia y no imposición.
Dos hectáreas, muchas preguntas
Ubicados en Courgis, en el departamento de Yonne, no muy lejos de Chablis, cultivan apenas dos hectáreas de viñedos repartidos entre Saint-Bris-le-Vineux y Vincelottes. Los suelos aquí son una mezcla de calizas Kimmeridgiense y Portlandianas, formaciones que aportan una mineralidad incisiva y una estructura técnicamente precisa a los vinos. Desde el inicio han trabajado en orgánico y biodinámico, empleando cubiertas vegetales, evitando tratamientos sistémicos y plantando árboles frutales entre las hileras para aumentar la biodiversidad y romper la lógica de monocultivo.
Sin trampa, sin cartón, sin sulfitos
La vinificación es austera en tecnología y generosa en tiempo. Solo levaduras autóctonas, sin sulfitos, sin clarificar ni filtrar. La crianza se realiza en barricas usadas, muchas de ellas heredadas o intercambiadas entre colegas, y todo se hace en la bodega de los padres de Romain: Alice y Olivier De Moor, dos nombres venerados en el mundo del vino natural. Su propio espacio está en construcción y planean vinificar allí a partir de 2025.
Vinos con cara, no con etiqueta
Los vinos de La Petite Empreinte son escasos, sutiles y absolutamente reconocibles. Mas à Tierra es su Pinot Noir de Vincelottes, con racimos enteros macerados durante un mes y una crianza larga que no busca volumen, sino profundidad. Es tánico, especiado, con una nota de hibisco seco y grafito. Tapis Rouge, también Pinot, proviene de Saint-Bris y ofrece una versión más floral, de tanino fino y retrogusto salino, como una especie de eco de la piedra.
El minúsculo Gamay Côteaux Bourguignons, vinificado en magnums, es una rareza jugosa, pura fruta roja con un fondo herbal. Y quizá su vino más poético sea Persévérance, un Sauvignon Blanc que reivindica la elegancia de esta variedad cuando se la despoja de manipulaciones. No hay aromas tropicales ni pirazinas exageradas aquí, solo hueso, tiza y una acidez filosa como bisturí.
Currículums que no caben en una copa
Mélissa Bazin viene de Ardèche y aprendió el oficio junto a nombres como Sylvain Bock o Gérald Oustric, antes de trabajar en el Domaine Labet del Jura. Romain, por su parte, no solo lleva el apellido De Moor, sino que ha pasado por casas legendarias como Ganevat y Lapierre, y colaboró en el Domaine Derain. Esa mezcla de herencia y rebeldía, de precisión borgoñona y alma jurásica, se percibe en cada botella.
La Petite Empreinte no pretende cambiar el mundo, pero sí dejar una marca pequeña, coherente y silenciosa en el paisaje del vino contemporáneo. Lo suyo no es una revolución ruidosa, sino un gesto firme de autenticidad. Un vino que no grita, pero que se queda. Y que, como su nombre lo sugiere, deja huella.
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Comprar Vino de La Petite Empreinte
La Petite Empreinte es una de las voces más sugerentes de la nueva viticultura natural en Borgoña. Fundada en 2020 por Mélissa Bazin y Romain De Moor, esta microbodega no busca imitar los grandes nombres de la región, sino trazar su propio camino con una convicción que no admite atajos. Su nombre, "la pequeña huella", es una declaración de principios: intervenir lo menos posible, dejar que la vid hable, que el suelo se exprese, que el vino sea consecuencia y no imposición.
Dos hectáreas, muchas preguntas
Ubicados en Courgis, en el departamento de Yonne, no muy lejos de Chablis, cultivan apenas dos hectáreas de viñedos repartidos entre Saint-Bris-le-Vineux y Vincelottes. Los suelos aquí son una mezcla de calizas Kimmeridgiense y Portlandianas, formaciones que aportan una mineralidad incisiva y una estructura técnicamente precisa a los vinos. Desde el inicio han trabajado en orgánico y biodinámico, empleando cubiertas vegetales, evitando tratamientos sistémicos y plantando árboles frutales entre las hileras para aumentar la biodiversidad y romper la lógica de monocultivo.
Sin trampa, sin cartón, sin sulfitos
La vinificación es austera en tecnología y generosa en tiempo. Solo levaduras autóctonas, sin sulfitos, sin clarificar ni filtrar. La crianza se realiza en barricas usadas, muchas de ellas heredadas o intercambiadas entre colegas, y todo se hace en la bodega de los padres de Romain: Alice y Olivier De Moor, dos nombres venerados en el mundo del vino natural. Su propio espacio está en construcción y planean vinificar allí a partir de 2025.
Vinos con cara, no con etiqueta
Los vinos de La Petite Empreinte son escasos, sutiles y absolutamente reconocibles. Mas à Tierra es su Pinot Noir de Vincelottes, con racimos enteros macerados durante un mes y una crianza larga que no busca volumen, sino profundidad. Es tánico, especiado, con una nota de hibisco seco y grafito. Tapis Rouge, también Pinot, proviene de Saint-Bris y ofrece una versión más floral, de tanino fino y retrogusto salino, como una especie de eco de la piedra.
El minúsculo Gamay Côteaux Bourguignons, vinificado en magnums, es una rareza jugosa, pura fruta roja con un fondo herbal. Y quizá su vino más poético sea Persévérance, un Sauvignon Blanc que reivindica la elegancia de esta variedad cuando se la despoja de manipulaciones. No hay aromas tropicales ni pirazinas exageradas aquí, solo hueso, tiza y una acidez filosa como bisturí.
Currículums que no caben en una copa
Mélissa Bazin viene de Ardèche y aprendió el oficio junto a nombres como Sylvain Bock o Gérald Oustric, antes de trabajar en el Domaine Labet del Jura. Romain, por su parte, no solo lleva el apellido De Moor, sino que ha pasado por casas legendarias como Ganevat y Lapierre, y colaboró en el Domaine Derain. Esa mezcla de herencia y rebeldía, de precisión borgoñona y alma jurásica, se percibe en cada botella.
La Petite Empreinte no pretende cambiar el mundo, pero sí dejar una marca pequeña, coherente y silenciosa en el paisaje del vino contemporáneo. Lo suyo no es una revolución ruidosa, sino un gesto firme de autenticidad. Un vino que no grita, pero que se queda. Y que, como su nombre lo sugiere, deja huella.
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