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Domaine De Villaine
Bouzeron35,20€
33,44€/ud (-5%)
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Domaine De Villaine
Bourgogne46,55€
44,22€/ud (-5%)
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Domaine De Villaine
Bourgogne47,95€
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Domaine De Villaine
Rully 1er Cru74,25€
70,54€/ud (-5%)
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91
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Domaine De Villaine
Bourgogne35,10€
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Comprar Vino de Domaine De Villaine
El Domaine de Villaine, ubicado en la pequeña localidad de Bouzeron, dentro de la Côte Chalonnaise de Borgoña, fue fundado a mediados de los años 70 por Aubert de Villaine y su esposa Pamela, cuando decidieron establecer una finca paralela a la Romanée-Conti donde cultivar y vinificar bajo principios tradicionales y más adelante, biodinámicos. Es uno de esos dominios que no necesitan levantar la voz para hacerse escuchar. Aquí no hay estridencias, sino una serena coherencia. Una filosofía basada en el respeto por la tierra, las variedades locales y una mirada muy borgoñona sobre el tiempo: nada se fuerza, todo llega.
Bouzeron, Aligoté y una visión propia del vino
Bouzeron es una de las denominaciones más discretas de la Borgoña. Situada justo al sur de la Côte de Beaune, la Côte Chalonnaise no goza de la fama planetaria de sus vecinas del norte, pero ofrece algo que en muchas otras regiones ya se ha perdido: autenticidad sin cosmética. En esta franja de colinas suaves, el clima es ligeramente más cálido y el suelo mezcla margas blancas, piedra caliza activa y pequeñas vetas de arcilla. El terroir es austero, exigente, y le pide a la vid una resistencia casi ascética.
Pero si algo define a Bouzeron, y por ende al Domaine de Villaine, es una uva: l’Aligoté Doré. No se trata del aligoté común que se encuentra en mezclas o crémants. Aquí hablamos de una variedad histórica y noble, de piel dorada y racimos más pequeños, que si se cultiva con esmero y se vinifica con respeto, da vinos de gran expresión, salinos, tensos, vibrantes.
Más allá de los grand crus - Una filosofía con raíces
El Domaine de Villaine es el proyecto familiar de Aubert de Villaine, más conocido por ser el co-propietario y gestor de Domaine de la Romanée-Conti. Pero aquí, lejos de los grand crus míticos, Aubert ha construido algo completamente distinto: una finca biodinámica, de escala humana, centrada en la elegancia sutil.
Desde hace décadas, Domaine de Villaine trabaja con un respeto absoluto por la biodiversidad y el ciclo natural. Las viñas, muchas de ellas con más de 50 años, se cultivan sin herbicidas, sin pesticidas, con abonos orgánicos, y se vinifican de forma tradicional, sin intervenciones agresivas. Las fermentaciones se hacen con levaduras indígenas, y los vinos maduran en foudres o en barricas de varios usos, según la necesidad del vino y no de la moda.
Una anécdota ilustra esta filosofía: cuando algunos periodistas visitaron Bouzeron a mediados de los 90 y preguntaron por qué no plantaban Chardonnay o Pinot noir en los mejores lieux-dits, Aubert respondió: “Porque el terroir ha hablado claro durante siglos. Sería una falta de respeto quitarle el micrófono.”
Vinos sutiles, terroirs expresivos
Los vinos del Domaine de Villaine no gritan. Hablan en voz baja, pero lo dicen todo. El Bouzeron, elaborado 100% con Aligoté Doré, es un vino que redefine lo que se puede esperar de esta uva. Aromas de cítricos maduros, flores blancas, un fondo mineral seco y esa nota salina que recuerda a la piedra mojada. En boca es tenso, pero nunca agresivo. Tiene esa elegancia de los vinos que saben que no necesitan adornos.
Además del Bouzeron, el domaine cultiva pequeñas parcelas de Pinot Noir y Chardonnay en otras denominaciones vecinas, como Rully, Mercurey y Santenay. Entre sus cuvées más destacadas se encuentran el Rully Les Saint-Jacques, un Chardonnay con finura calcárea y notas de flores secas, y el Mercurey Les Montots, un Pinot Noir de viñas viejas que combina fruta roja madura, especias sutiles y una textura pulida. Los tintos son finos, con taninos suaves, sin sobreextracción, pensados para envejecer en silencio. Los blancos muestran una notable profundidad, sin excesos de madera, con una acidez perfectamente integrada.
El Domaine de Villaine representa una Borgoña paralela. No la de las subastas millonarias ni las etiquetas de culto. Aquí no hay ostentación. Hay precisión. Paciencia. Y una convicción clara: la grandeza no siempre necesita el ruido de la fama.
Coherencia sin pretensiones
En los últimos años, con la dirección compartida con Pierre de Benoist, sobrino de Aubert, el domaine ha profundizado en su trabajo de precisión parcelaria, identificando micro-terroirs, vinificando por separado, y recuperando prácticas antiguas como el uso de barricas grandes y largas crianzas sobre lías sin bâtonnage. Esto no es modernidad ni tradición: es coherencia.
El Domaine de Villaine es una rara avis en el panorama borgoñón. Una finca que se sitúa en los márgenes del mapa, pero en el centro de una forma de entender el vino: sin maquillaje, sin prisa, sin concesiones al mercado. Sus vinos no buscan impresionar en una cata rápida. Prefieren contar su historia lentamente, con esa mezcla de delicadeza y profundidad que sólo se consigue cuando se escucha más a la tierra que al mercado.
En Bouzeron, el Aligoté es rey. Y el Domaine de Villaine, su más firme defensor. Una lección de humildad y grandeza en una sola botella.
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35,20€
33,44€/ud (-5%)
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46,55€
44,22€/ud (-5%)
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49,20€
46,74€/ud (-5%)
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Comprar Vino de Domaine De Villaine
El Domaine de Villaine, ubicado en la pequeña localidad de Bouzeron, dentro de la Côte Chalonnaise de Borgoña, fue fundado a mediados de los años 70 por Aubert de Villaine y su esposa Pamela, cuando decidieron establecer una finca paralela a la Romanée-Conti donde cultivar y vinificar bajo principios tradicionales y más adelante, biodinámicos. Es uno de esos dominios que no necesitan levantar la voz para hacerse escuchar. Aquí no hay estridencias, sino una serena coherencia. Una filosofía basada en el respeto por la tierra, las variedades locales y una mirada muy borgoñona sobre el tiempo: nada se fuerza, todo llega.
Bouzeron, Aligoté y una visión propia del vino
Bouzeron es una de las denominaciones más discretas de la Borgoña. Situada justo al sur de la Côte de Beaune, la Côte Chalonnaise no goza de la fama planetaria de sus vecinas del norte, pero ofrece algo que en muchas otras regiones ya se ha perdido: autenticidad sin cosmética. En esta franja de colinas suaves, el clima es ligeramente más cálido y el suelo mezcla margas blancas, piedra caliza activa y pequeñas vetas de arcilla. El terroir es austero, exigente, y le pide a la vid una resistencia casi ascética.
Pero si algo define a Bouzeron, y por ende al Domaine de Villaine, es una uva: l’Aligoté Doré. No se trata del aligoté común que se encuentra en mezclas o crémants. Aquí hablamos de una variedad histórica y noble, de piel dorada y racimos más pequeños, que si se cultiva con esmero y se vinifica con respeto, da vinos de gran expresión, salinos, tensos, vibrantes.
Más allá de los grand crus - Una filosofía con raíces
El Domaine de Villaine es el proyecto familiar de Aubert de Villaine, más conocido por ser el co-propietario y gestor de Domaine de la Romanée-Conti. Pero aquí, lejos de los grand crus míticos, Aubert ha construido algo completamente distinto: una finca biodinámica, de escala humana, centrada en la elegancia sutil.
Desde hace décadas, Domaine de Villaine trabaja con un respeto absoluto por la biodiversidad y el ciclo natural. Las viñas, muchas de ellas con más de 50 años, se cultivan sin herbicidas, sin pesticidas, con abonos orgánicos, y se vinifican de forma tradicional, sin intervenciones agresivas. Las fermentaciones se hacen con levaduras indígenas, y los vinos maduran en foudres o en barricas de varios usos, según la necesidad del vino y no de la moda.
Una anécdota ilustra esta filosofía: cuando algunos periodistas visitaron Bouzeron a mediados de los 90 y preguntaron por qué no plantaban Chardonnay o Pinot noir en los mejores lieux-dits, Aubert respondió: “Porque el terroir ha hablado claro durante siglos. Sería una falta de respeto quitarle el micrófono.”
Vinos sutiles, terroirs expresivos
Los vinos del Domaine de Villaine no gritan. Hablan en voz baja, pero lo dicen todo. El Bouzeron, elaborado 100% con Aligoté Doré, es un vino que redefine lo que se puede esperar de esta uva. Aromas de cítricos maduros, flores blancas, un fondo mineral seco y esa nota salina que recuerda a la piedra mojada. En boca es tenso, pero nunca agresivo. Tiene esa elegancia de los vinos que saben que no necesitan adornos.
Además del Bouzeron, el domaine cultiva pequeñas parcelas de Pinot Noir y Chardonnay en otras denominaciones vecinas, como Rully, Mercurey y Santenay. Entre sus cuvées más destacadas se encuentran el Rully Les Saint-Jacques, un Chardonnay con finura calcárea y notas de flores secas, y el Mercurey Les Montots, un Pinot Noir de viñas viejas que combina fruta roja madura, especias sutiles y una textura pulida. Los tintos son finos, con taninos suaves, sin sobreextracción, pensados para envejecer en silencio. Los blancos muestran una notable profundidad, sin excesos de madera, con una acidez perfectamente integrada.
El Domaine de Villaine representa una Borgoña paralela. No la de las subastas millonarias ni las etiquetas de culto. Aquí no hay ostentación. Hay precisión. Paciencia. Y una convicción clara: la grandeza no siempre necesita el ruido de la fama.
Coherencia sin pretensiones
En los últimos años, con la dirección compartida con Pierre de Benoist, sobrino de Aubert, el domaine ha profundizado en su trabajo de precisión parcelaria, identificando micro-terroirs, vinificando por separado, y recuperando prácticas antiguas como el uso de barricas grandes y largas crianzas sobre lías sin bâtonnage. Esto no es modernidad ni tradición: es coherencia.
El Domaine de Villaine es una rara avis en el panorama borgoñón. Una finca que se sitúa en los márgenes del mapa, pero en el centro de una forma de entender el vino: sin maquillaje, sin prisa, sin concesiones al mercado. Sus vinos no buscan impresionar en una cata rápida. Prefieren contar su historia lentamente, con esa mezcla de delicadeza y profundidad que sólo se consigue cuando se escucha más a la tierra que al mercado.
En Bouzeron, el Aligoté es rey. Y el Domaine de Villaine, su más firme defensor. Una lección de humildad y grandeza en una sola botella.