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Comprar Vino de Bodegas y Viñedos Artazu
En los valles norteños de Navarra, donde los suelos guardan secretos antiguos y el viento susurra memorias, surge Artazu, una bodega que desde 1996 ha devuelto la voz a la Garnacha olvidada. Aquí, la uva tinta que reinó durante siglos encuentra un nuevo renacer, honrando lo que fue y proyectando lo que aún puede ser.
Un territorio con carácter
Los viñedos de Artazu se extienden entre Artazu y San Martín de Unx, a altitudes que oscilan entre los 400 y 600 metros. La diversidad del terreno —suelos calizos, arcillo‑arenosos, pobres pero expresivos— y un clima de contrastes marcados permiten una expresión pura de la Garnacha atlántica: vinos frescos, vibrantes, con una mineralidad profunda y un carácter floral y frutal inconfundible. Donde otros veían abandono, Artazu vio historia. Desde sus inicios, la bodega apostó por la recuperación de viñedos antiguos, muchos con más de 80 años de vida. Cepas de bajo rendimiento pero inmensa personalidad, cultivadas con respeto, sin artificios, sin química innecesaria. Aquí, la tierra se trabaja con las manos, y se escucha antes de intervenir. El trabajo en bodega sigue la misma filosofía: mínima intervención, máxima expresión. Fermentaciones controladas, crianzas ajustadas, y un uso inteligente de la madera permiten que el vino refleje su origen sin maquillajes. La fruta es protagonista, sí, pero siempre acompañada de textura, estructura y frescura. No hay dogmas, solo sensibilidad.
Vinos con nombre y alma
Santa Cruz de Artazu es el estandarte: Garnacha de cepas centenarias, elegante, con tanino fino, notas florales, fruta roja y fondo mineral; un vino de poder sin peso y carácter sin exceso. Junto a él, Pasos de San Martín, proveniente de viñedos en San Martín de Unx, ofrece una Garnacha más jugosa, herbácea y abierta, ideal para descubrir esta variedad en su versión más amable y expresiva. Por su parte, Artazuri, disponible en versiones tinto, blanco y rosado, captura el alma joven de la Garnacha, destacando especialmente su rosado, elaborado por sangrado tradicional, por su vivacidad y carácter refrescante.
Tradición que mira hacia el futuro
Artazu pertenece a la familia de bodegas de Juan Carlos López de Lacalle (Artadi), y comparte su visión de respeto por el viñedo, autenticidad y precisión. Pero aquí la voz es distinta: la Garnacha toma el centro del escenario y se expresa en clave navarra, con altitud, acidez y profundidad.
Cada botella de Artazu es una invitación a recorrer Navarra con los sentidos. A sentir la altitud, el contraste térmico, los suelos pobres y la sabiduría de cepas que han resistido el paso del tiempo. Son vinos que no se conforman con agradar: quieren emocionar, hablarte, contarte de dónde vienen.
Artazu no hace vino para lucir, sino para recordar. Es territorio embotellado, es paisaje líquido. En sus garnachas no hay artificio, solo verdad. Por eso, beber un vino de Artazu es volver a lo esencial, a lo auténtico, a lo que importa.
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Comprar Vino de Bodegas y Viñedos Artazu
En los valles norteños de Navarra, donde los suelos guardan secretos antiguos y el viento susurra memorias, surge Artazu, una bodega que desde 1996 ha devuelto la voz a la Garnacha olvidada. Aquí, la uva tinta que reinó durante siglos encuentra un nuevo renacer, honrando lo que fue y proyectando lo que aún puede ser.
Un territorio con carácter
Los viñedos de Artazu se extienden entre Artazu y San Martín de Unx, a altitudes que oscilan entre los 400 y 600 metros. La diversidad del terreno —suelos calizos, arcillo‑arenosos, pobres pero expresivos— y un clima de contrastes marcados permiten una expresión pura de la Garnacha atlántica: vinos frescos, vibrantes, con una mineralidad profunda y un carácter floral y frutal inconfundible. Donde otros veían abandono, Artazu vio historia. Desde sus inicios, la bodega apostó por la recuperación de viñedos antiguos, muchos con más de 80 años de vida. Cepas de bajo rendimiento pero inmensa personalidad, cultivadas con respeto, sin artificios, sin química innecesaria. Aquí, la tierra se trabaja con las manos, y se escucha antes de intervenir. El trabajo en bodega sigue la misma filosofía: mínima intervención, máxima expresión. Fermentaciones controladas, crianzas ajustadas, y un uso inteligente de la madera permiten que el vino refleje su origen sin maquillajes. La fruta es protagonista, sí, pero siempre acompañada de textura, estructura y frescura. No hay dogmas, solo sensibilidad.
Vinos con nombre y alma
Santa Cruz de Artazu es el estandarte: Garnacha de cepas centenarias, elegante, con tanino fino, notas florales, fruta roja y fondo mineral; un vino de poder sin peso y carácter sin exceso. Junto a él, Pasos de San Martín, proveniente de viñedos en San Martín de Unx, ofrece una Garnacha más jugosa, herbácea y abierta, ideal para descubrir esta variedad en su versión más amable y expresiva. Por su parte, Artazuri, disponible en versiones tinto, blanco y rosado, captura el alma joven de la Garnacha, destacando especialmente su rosado, elaborado por sangrado tradicional, por su vivacidad y carácter refrescante.
Tradición que mira hacia el futuro
Artazu pertenece a la familia de bodegas de Juan Carlos López de Lacalle (Artadi), y comparte su visión de respeto por el viñedo, autenticidad y precisión. Pero aquí la voz es distinta: la Garnacha toma el centro del escenario y se expresa en clave navarra, con altitud, acidez y profundidad.
Cada botella de Artazu es una invitación a recorrer Navarra con los sentidos. A sentir la altitud, el contraste térmico, los suelos pobres y la sabiduría de cepas que han resistido el paso del tiempo. Son vinos que no se conforman con agradar: quieren emocionar, hablarte, contarte de dónde vienen.
Artazu no hace vino para lucir, sino para recordar. Es territorio embotellado, es paisaje líquido. En sus garnachas no hay artificio, solo verdad. Por eso, beber un vino de Artazu es volver a lo esencial, a lo auténtico, a lo que importa.
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