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Comprar Vino de Sébastien Riffault
En el corazón del Valle del Loira, donde los viñedos parecen fundirse con la historia y el paisaje, encontramos el Domaine Sébastien Riffault. Esta bodega está situada en la célebre denominación de origen Sancerre, una tierra bendecida con colinas ondulantes y suelos que llevan siglos contando su propia historia. Aquí, entre los pueblos de Sancerre, Verdigny y Sury-en-Vaux, crecen vides que han sido cuidadas con un mimo casi artesanal.
Viñedos
El Domaine Sébastien Riffault se extiende a lo largo de 12 hectáreas, cada parcela con su propia personalidad y carácter. La clave aquí es el terroir: una mezcla de suelos calcáreos y arcillosos, con una riqueza mineral que se nota en cada sorbo de sus vinos. No es casualidad que estas tierras hayan sido elegidas hace siglos para el cultivo de la viña. Aquí, las raíces encuentran profundidad, absorbiendo la esencia de un suelo que, en algún momento, fue un océano prehistórico.
El clima es otro de sus aliados. Con inviernos fríos y veranos templados, la Sauvignon Blanc, reina indiscutible de la región, encuentra el equilibrio perfecto entre frescura y madurez. Pero Sébastien Riffault no se conforma con seguir las normas. Su compromiso con la viticultura orgánica y la biodiversidad lo lleva a evitar cualquier intervención química en el viñedo. Nada de pesticidas ni fertilizantes artificiales: solo naturaleza en su estado más puro. Caminar por sus viñedos es encontrarse con un ecosistema vivo, donde insectos, flores silvestres y hierbas conviven en armonía con las viñas. No es solo una cuestión de principios, sino de sabor: cuanto más saludable sea el viñedo, más auténticos serán los vinos.
Filosofía
Si hay algo que define a Sébastien Riffault, es su rechazo a la homogeneización. En un mundo donde muchos buscan vinos limpios, brillantes y predecibles, él apuesta por la imperfección natural. Porque la naturaleza no es perfecta, y ahí radica su belleza.
La vendimia se hace tardía, dejando que las uvas alcancen un punto de madurez poco común en la región. Esto les da una concentración y una complejidad que desafían la idea clásica del Sancerre fresco y cítrico. Además, las fermentaciones se realizan con levaduras autóctonas, sin aditivos ni correcciones. Aquí, el vino fermenta a su propio ritmo, sin prisas. No se filtra, no se clarifica. Lo que ves en la copa es la verdad sin maquillar: colores dorados, texturas untuosas y aromas que van mucho más allá de la típica expresión de Sauvignon Blanc.
El resultado son vinos con un carácter salvaje, vibrante, llenos de matices que evolucionan en la copa. Sorbo tras sorbo, revelan notas de fruta madura, cera de abeja, flores secas y esa inconfundible mineralidad que solo se encuentra en los mejores Sancerre. Estos son vinos naturales en su máxima expresión, sin intervención, dejando que el viñedo y el terruño hablen por sí mismos. No son vinos para todos los gustos, y Sébastien lo sabe. Pero para quienes buscan autenticidad, son una revelación.
Porque al final del día, beber un vino de Sébastien Riffault es mucho más que disfrutar de una copa. Es conectar con la tierra, con la historia y con la pasión de un viticultor que se niega a seguir las reglas. Y eso, en un mundo de vinos cada vez más uniformes, es un verdadero lujo.
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26,65€
25,32€/ud (-5%)
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36,75€
34,91€/ud (-5%)
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37,20€
35,34€/ud (-5%)
Comprar Vino de Sébastien Riffault
En el corazón del Valle del Loira, donde los viñedos parecen fundirse con la historia y el paisaje, encontramos el Domaine Sébastien Riffault. Esta bodega está situada en la célebre denominación de origen Sancerre, una tierra bendecida con colinas ondulantes y suelos que llevan siglos contando su propia historia. Aquí, entre los pueblos de Sancerre, Verdigny y Sury-en-Vaux, crecen vides que han sido cuidadas con un mimo casi artesanal.
Viñedos
El Domaine Sébastien Riffault se extiende a lo largo de 12 hectáreas, cada parcela con su propia personalidad y carácter. La clave aquí es el terroir: una mezcla de suelos calcáreos y arcillosos, con una riqueza mineral que se nota en cada sorbo de sus vinos. No es casualidad que estas tierras hayan sido elegidas hace siglos para el cultivo de la viña. Aquí, las raíces encuentran profundidad, absorbiendo la esencia de un suelo que, en algún momento, fue un océano prehistórico.
El clima es otro de sus aliados. Con inviernos fríos y veranos templados, la Sauvignon Blanc, reina indiscutible de la región, encuentra el equilibrio perfecto entre frescura y madurez. Pero Sébastien Riffault no se conforma con seguir las normas. Su compromiso con la viticultura orgánica y la biodiversidad lo lleva a evitar cualquier intervención química en el viñedo. Nada de pesticidas ni fertilizantes artificiales: solo naturaleza en su estado más puro. Caminar por sus viñedos es encontrarse con un ecosistema vivo, donde insectos, flores silvestres y hierbas conviven en armonía con las viñas. No es solo una cuestión de principios, sino de sabor: cuanto más saludable sea el viñedo, más auténticos serán los vinos.
Filosofía
Si hay algo que define a Sébastien Riffault, es su rechazo a la homogeneización. En un mundo donde muchos buscan vinos limpios, brillantes y predecibles, él apuesta por la imperfección natural. Porque la naturaleza no es perfecta, y ahí radica su belleza.
La vendimia se hace tardía, dejando que las uvas alcancen un punto de madurez poco común en la región. Esto les da una concentración y una complejidad que desafían la idea clásica del Sancerre fresco y cítrico. Además, las fermentaciones se realizan con levaduras autóctonas, sin aditivos ni correcciones. Aquí, el vino fermenta a su propio ritmo, sin prisas. No se filtra, no se clarifica. Lo que ves en la copa es la verdad sin maquillar: colores dorados, texturas untuosas y aromas que van mucho más allá de la típica expresión de Sauvignon Blanc.
El resultado son vinos con un carácter salvaje, vibrante, llenos de matices que evolucionan en la copa. Sorbo tras sorbo, revelan notas de fruta madura, cera de abeja, flores secas y esa inconfundible mineralidad que solo se encuentra en los mejores Sancerre. Estos son vinos naturales en su máxima expresión, sin intervención, dejando que el viñedo y el terruño hablen por sí mismos. No son vinos para todos los gustos, y Sébastien lo sabe. Pero para quienes buscan autenticidad, son una revelación.
Porque al final del día, beber un vino de Sébastien Riffault es mucho más que disfrutar de una copa. Es conectar con la tierra, con la historia y con la pasión de un viticultor que se niega a seguir las reglas. Y eso, en un mundo de vinos cada vez más uniformes, es un verdadero lujo.