-
Fernando de Castilla
Jerez Xérès Sherry25,25€
23,99€/ud (-5%)
-
93
-
-
Fernando de Castilla
Jerez Xérès Sherry40,60€
38,57€/ud (-5%)
-
93
-
-
Fernando de Castilla
Jerez Xérès Sherry40,60€
38,57€/ud (-5%)
-
93
-
-
Fernando de Castilla
Jerez Xérès Sherry40,60€
38,57€/ud (-5%)
-
92
-
-
Fernando de Castilla
Jerez Xérès Sherry40,60€
38,57€/ud (-5%)
-
95
-
Mostrando 1 a 5 de 5
Comprar Vino de Fernando de Castilla
Fernando de Castilla es una rareza buscada, una disidencia serena en el corazón del Marco de Jerez. En una región donde el volumen y la estandarización han dejado una huella tan profunda como la albariza misma, esta casa discreta, situada en pleno barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera, ha construido un discurso radicalmente diferente: el de la pureza. Lo que aquí se embotella no es un Jerez más. Es Jerez en su forma más desnuda y deliberada.
El origen - Jan Pettersen y una visión sin concesiones
Fundada a finales del siglo XX, no por tradición sino por convicción, Fernando de Castilla renace cuando Jan Pettersen, un noruego que había pasado años en Osborne, decide comprar una pequeña bodega histórica con soleras viejas y una idea clara en la cabeza: producir vinos de Jerez que no pidan permiso, ni se excusen en mezclas o correcciones. La inspiración era el Jerez de antes, pero sin nostalgia. Vinos definidos por su lugar, su crianza y su viña, sin añadidos, sin maquillaje.
Vinos sin retoques - Autenticidad desde la solera
Aquí no hay encabezados artificiales, no se retoca el vino para “corregir” una añada débil. La crianza se respeta como un organismo vivo. Y eso se nota desde el primer sorbo. Basta una copa de su Fino Antique, sacado directamente de la solera, sin clarificar, sin filtrar, para entender que la palabra “autenticidad” todavía tiene sentido cuando se toma en serio. El vino es de una salinidad tensa, casi cortante, con ese nervio seco y mineral que solo dan las botas viejas en bodegas frías y húmedas. El velo de flor no es aquí una técnica, es una filosofía. Y si la flor muere, se acepta. Se la deja morir con dignidad, como sucede en su soberbio Amontillado Antique, que se desliza entre capas de avellana, yodo, piel de naranja y una austeridad que recuerda más a Jura que a Andalucía.
La gama Antique - Minimalismo y profundidad
La gama Antique es su declaración más personal. Son vinos elaborados en cantidades mínimas, sin concesiones a la etiqueta ni al consumidor ocasional. Aquí no hay dulzura fácil, ni finales complacientes. El Oloroso Antique es casi brutal en su sequedad, cargado de notas de nuez, tabaco y cuero viejo, con una estructura que más que beberse, se mastica. Es un vino que exige atención. Que no tolera distracciones.
Fuera del radar turístico, dentro del radar del sumiller
Una de las grandes virtudes de Fernando de Castilla es que ha sabido moverse por fuera del circuito turístico y de los rankings masivos. No tiene grandes campañas ni presencia abrumadora en supermercados. Sus vinos viven en cartas cuidadosamente seleccionadas, en manos de sumilleres que entienden que el jerez puede ser tan complejo y expresivo como un gran Borgoña, si se le deja ser.
Sin viñedo propio, pero con criterio absoluto
Y sin embargo, no se trata de una bodega encerrada en sí misma. Pettersen ha trabajado con viticultores concretos en pagos específicos, buscando la mejor Palomino, y, cuando hace falta, Pedro Ximénez o Moscatel, sin depender de viñedos propios. Porque lo importante aquí no es la propiedad, sino el criterio. Y la capacidad de elegir lo mejor, año tras año, para mantener un nivel de calidad que no baja nunca. Esa libertad también les permite jugar: producen brandy (entre ellos, un soberbio Solera Gran Reserva ), y ocasionalmente se atreven con embotellados limitados que aparecen y desaparecen sin previo aviso.
“Porque eso los mata” - Una anécdota que lo resume todo
Hay una anécdota que resume bien la filosofía de la casa: durante una visita de importadores, alguien preguntó por qué no se filtraban los vinos, “para evitar posos”. La respuesta fue tan escueta como reveladora: “Porque eso los mata”. Esa forma de entender el vino como algo vivo, imperfecto y cambiante —algo que respira y tiene memoria— es lo que hace de Fernando de Castilla una bodega profundamente moderna, precisamente porque se niega a seguir modas.
Jerez con elasticidad: meditación, mesa y carácter
En un entorno donde el sistema de categorías tradicionales (Fino, Amontillado, Oloroso, PX) se había convertido en corsé, esta bodega ha recuperado la elasticidad del Jerez, demostrando que puede ser tanto un vino de meditación como de mesa, tanto un aperitivo como un final. No se trata de reinventar el jerez, sino de devolverle su dimensión más esencial: la de un vino de lugar, con tiempo y carácter.
Fernando de Castilla no es la bodega más grande, ni la más antigua, ni la más famosa. Pero quizás sí sea la más honesta. Y en un mundo del vino saturado de storytelling prefabricado, esa honestidad vale más que nunca.
- ;
-
-
- ;
-
-
- ;
-
Comprar Vino de Fernando de Castilla
Fernando de Castilla es una rareza buscada, una disidencia serena en el corazón del Marco de Jerez. En una región donde el volumen y la estandarización han dejado una huella tan profunda como la albariza misma, esta casa discreta, situada en pleno barrio de Santiago, en Jerez de la Frontera, ha construido un discurso radicalmente diferente: el de la pureza. Lo que aquí se embotella no es un Jerez más. Es Jerez en su forma más desnuda y deliberada.
El origen - Jan Pettersen y una visión sin concesiones
Fundada a finales del siglo XX, no por tradición sino por convicción, Fernando de Castilla renace cuando Jan Pettersen, un noruego que había pasado años en Osborne, decide comprar una pequeña bodega histórica con soleras viejas y una idea clara en la cabeza: producir vinos de Jerez que no pidan permiso, ni se excusen en mezclas o correcciones. La inspiración era el Jerez de antes, pero sin nostalgia. Vinos definidos por su lugar, su crianza y su viña, sin añadidos, sin maquillaje.
Vinos sin retoques - Autenticidad desde la solera
Aquí no hay encabezados artificiales, no se retoca el vino para “corregir” una añada débil. La crianza se respeta como un organismo vivo. Y eso se nota desde el primer sorbo. Basta una copa de su Fino Antique, sacado directamente de la solera, sin clarificar, sin filtrar, para entender que la palabra “autenticidad” todavía tiene sentido cuando se toma en serio. El vino es de una salinidad tensa, casi cortante, con ese nervio seco y mineral que solo dan las botas viejas en bodegas frías y húmedas. El velo de flor no es aquí una técnica, es una filosofía. Y si la flor muere, se acepta. Se la deja morir con dignidad, como sucede en su soberbio Amontillado Antique, que se desliza entre capas de avellana, yodo, piel de naranja y una austeridad que recuerda más a Jura que a Andalucía.
La gama Antique - Minimalismo y profundidad
La gama Antique es su declaración más personal. Son vinos elaborados en cantidades mínimas, sin concesiones a la etiqueta ni al consumidor ocasional. Aquí no hay dulzura fácil, ni finales complacientes. El Oloroso Antique es casi brutal en su sequedad, cargado de notas de nuez, tabaco y cuero viejo, con una estructura que más que beberse, se mastica. Es un vino que exige atención. Que no tolera distracciones.
Fuera del radar turístico, dentro del radar del sumiller
Una de las grandes virtudes de Fernando de Castilla es que ha sabido moverse por fuera del circuito turístico y de los rankings masivos. No tiene grandes campañas ni presencia abrumadora en supermercados. Sus vinos viven en cartas cuidadosamente seleccionadas, en manos de sumilleres que entienden que el jerez puede ser tan complejo y expresivo como un gran Borgoña, si se le deja ser.
Sin viñedo propio, pero con criterio absoluto
Y sin embargo, no se trata de una bodega encerrada en sí misma. Pettersen ha trabajado con viticultores concretos en pagos específicos, buscando la mejor Palomino, y, cuando hace falta, Pedro Ximénez o Moscatel, sin depender de viñedos propios. Porque lo importante aquí no es la propiedad, sino el criterio. Y la capacidad de elegir lo mejor, año tras año, para mantener un nivel de calidad que no baja nunca. Esa libertad también les permite jugar: producen brandy (entre ellos, un soberbio Solera Gran Reserva ), y ocasionalmente se atreven con embotellados limitados que aparecen y desaparecen sin previo aviso.
“Porque eso los mata” - Una anécdota que lo resume todo
Hay una anécdota que resume bien la filosofía de la casa: durante una visita de importadores, alguien preguntó por qué no se filtraban los vinos, “para evitar posos”. La respuesta fue tan escueta como reveladora: “Porque eso los mata”. Esa forma de entender el vino como algo vivo, imperfecto y cambiante —algo que respira y tiene memoria— es lo que hace de Fernando de Castilla una bodega profundamente moderna, precisamente porque se niega a seguir modas.
Jerez con elasticidad: meditación, mesa y carácter
En un entorno donde el sistema de categorías tradicionales (Fino, Amontillado, Oloroso, PX) se había convertido en corsé, esta bodega ha recuperado la elasticidad del Jerez, demostrando que puede ser tanto un vino de meditación como de mesa, tanto un aperitivo como un final. No se trata de reinventar el jerez, sino de devolverle su dimensión más esencial: la de un vino de lugar, con tiempo y carácter.
Fernando de Castilla no es la bodega más grande, ni la más antigua, ni la más famosa. Pero quizás sí sea la más honesta. Y en un mundo del vino saturado de storytelling prefabricado, esa honestidad vale más que nunca.