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Comprar Vino de Rimarts
En las colinas de Sant Sadurní d’Anoia, en pleno Alt Penedès, donde el paisaje se descompone en terrazas de viñedo interrumpidas por olivos centenarios y muretes de piedra seca, se encuentra Rimarts, una pequeña bodega que, a contracorriente de la estandarización del cava, ha decidido ir por libre. Y lo hace con una decisión firme: todo a mano, sin prisas, sin aditivos, sin concesiones.
Una historia de familia, vueltas de tuerca y botellas giradas a mano
Fundada en 1987 por Ricard Martínez de Simón, Rimarts es una rareza deliberada en un entorno dominado por grandes volúmenes. Su nombre, un anagrama invertido de su apellido, es ya una declaración de principios: mirar hacia dentro antes que seguir la corriente. En Rimarts no hay líneas de embotellado automatizadas ni maquinaria para el degüelle. Cada botella se gira manualmente, se remueve a mano, se degüella "à la volée", y cada lote tiene su propio ritmo.
Un terreno duro, pero que da lo mejor de sí
El Alt Penedès es una región con altitudes más elevadas y mayor oscilación térmica que el Baix Penedès. Aquí, los suelos son más calcáreos y pedregosos, con una capacidad de drenaje natural que obliga a la viña a luchar, lo que se traduce en rendimientos bajos y uvas más concentradas. La pluviometría es escasa y el viento de levante modera los excesos del sol, permitiendo maduraciones lentas y equilibradas. El terroir es austero, pero expresivo.
Aquí no se busca uniformidad, se celebra lo distinto
La mayoría de los cavas industriales del Penedès buscan uniformidad. En cambio, Rimarts abraza la heterogeneidad, tanto en añadas como en microparcelas. La Xarel·lo aquí tiene un nervio mineral inconfundible, mientras que la Macabeu muestra una tensión cítrica casi salina, y la Parellada, que en otros contextos puede parecer más ligera, cobra aquí una dimensión floral precisa y elegante. A esto se suman experimentaciones con variedades no autóctonas como el Chardonnay o el Pinot Noir, pero siempre con una filosofía de mínima intervención.
Nada de maquillaje: aquí manda la burbuja honesta
Uno de los detalles más distintivos de Rimarts es que no utilizan licor de expedición con azúcares añadidos. Incluso sus cavas etiquetados como Brut o Brut Nature no llevan más que una dosis simbólica de licor de tiraje con el mismo vino base, lo que permite que se exprese la crianza sin maquillaje.
Rimarts 40: un cava que no tiene prisa
Una de sus creaciones más emblemáticas es Rimarts 40, elaborado con uvas de cepas viejas de Xarel·lo de una única finca situada a 350 metros de altitud. Se cría más de 60 meses sobre lías, y al probarlo, se impone esa acidez precisa, vertical, que recuerda a los mejores champagnes de perfil salino, pero con un fondo mediterráneo, con notas de almendra amarga, hinojo, pan de centeno y piel de limón seco.
Visitas sin glamour, pero con alma
En una visita a la bodega, es habitual encontrarse con los hermanos Ernest y Ricard Martínez, quienes siguen al frente del proyecto tras el fallecimiento de su padre. No hay sala de catas lujosa ni rutas enoturísticas pulidas. Dicen que cada botella degollada es como un mensaje embotellado que cambia levemente según el día, la temperatura y el humor del degollador. Una idea profundamente artesanal, casi poética, que explica la fascinación de sommeliers de medio mundo.
Crianzas largas que dan vinos para pensar
La crianza larga sobre lías es otra de las claves del estilo Rimarts. Aquí no hay urgencia por sacar el vino al mercado. Sus cavas pasan mínimo 24 meses de crianza, y algunos superan los 80. Esta maduración prolongada aporta un perfil umami, de frutos secos tostados, masa madre y membrillo seco, que los aleja completamente del perfil frutal inmediato al que se ha acostumbrado el consumidor medio de cava.
Local por origen, global por elección
La paradoja de Rimarts es que, siendo profundamente local, es una de las casas más internacionales del Penedès. Sus botellas viajan más a Escandinavia, Japón y Canadá que a los supermercados de Barcelona. Esto no es casualidad: son vinos que exigen tiempo, atención y una cierta cultura de beber despacio.
En un mundo donde el cava sufre por su propio éxito masivo, Rimarts representa otra forma de entender las burbujas : como un vino de guarda, de pensamiento, de autenticidad. Y quizá por eso sus botellas no sólo envejecen bien en bodega, sino que ganan profundidad en la memoria.
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Comprar Vino de Rimarts
En las colinas de Sant Sadurní d’Anoia, en pleno Alt Penedès, donde el paisaje se descompone en terrazas de viñedo interrumpidas por olivos centenarios y muretes de piedra seca, se encuentra Rimarts, una pequeña bodega que, a contracorriente de la estandarización del cava, ha decidido ir por libre. Y lo hace con una decisión firme: todo a mano, sin prisas, sin aditivos, sin concesiones.
Una historia de familia, vueltas de tuerca y botellas giradas a mano
Fundada en 1987 por Ricard Martínez de Simón, Rimarts es una rareza deliberada en un entorno dominado por grandes volúmenes. Su nombre, un anagrama invertido de su apellido, es ya una declaración de principios: mirar hacia dentro antes que seguir la corriente. En Rimarts no hay líneas de embotellado automatizadas ni maquinaria para el degüelle. Cada botella se gira manualmente, se remueve a mano, se degüella "à la volée", y cada lote tiene su propio ritmo.
Un terreno duro, pero que da lo mejor de sí
El Alt Penedès es una región con altitudes más elevadas y mayor oscilación térmica que el Baix Penedès. Aquí, los suelos son más calcáreos y pedregosos, con una capacidad de drenaje natural que obliga a la viña a luchar, lo que se traduce en rendimientos bajos y uvas más concentradas. La pluviometría es escasa y el viento de levante modera los excesos del sol, permitiendo maduraciones lentas y equilibradas. El terroir es austero, pero expresivo.
Aquí no se busca uniformidad, se celebra lo distinto
La mayoría de los cavas industriales del Penedès buscan uniformidad. En cambio, Rimarts abraza la heterogeneidad, tanto en añadas como en microparcelas. La Xarel·lo aquí tiene un nervio mineral inconfundible, mientras que la Macabeu muestra una tensión cítrica casi salina, y la Parellada, que en otros contextos puede parecer más ligera, cobra aquí una dimensión floral precisa y elegante. A esto se suman experimentaciones con variedades no autóctonas como el Chardonnay o el Pinot Noir, pero siempre con una filosofía de mínima intervención.
Nada de maquillaje: aquí manda la burbuja honesta
Uno de los detalles más distintivos de Rimarts es que no utilizan licor de expedición con azúcares añadidos. Incluso sus cavas etiquetados como Brut o Brut Nature no llevan más que una dosis simbólica de licor de tiraje con el mismo vino base, lo que permite que se exprese la crianza sin maquillaje.
Rimarts 40: un cava que no tiene prisa
Una de sus creaciones más emblemáticas es Rimarts 40, elaborado con uvas de cepas viejas de Xarel·lo de una única finca situada a 350 metros de altitud. Se cría más de 60 meses sobre lías, y al probarlo, se impone esa acidez precisa, vertical, que recuerda a los mejores champagnes de perfil salino, pero con un fondo mediterráneo, con notas de almendra amarga, hinojo, pan de centeno y piel de limón seco.
Visitas sin glamour, pero con alma
En una visita a la bodega, es habitual encontrarse con los hermanos Ernest y Ricard Martínez, quienes siguen al frente del proyecto tras el fallecimiento de su padre. No hay sala de catas lujosa ni rutas enoturísticas pulidas. Dicen que cada botella degollada es como un mensaje embotellado que cambia levemente según el día, la temperatura y el humor del degollador. Una idea profundamente artesanal, casi poética, que explica la fascinación de sommeliers de medio mundo.
Crianzas largas que dan vinos para pensar
La crianza larga sobre lías es otra de las claves del estilo Rimarts. Aquí no hay urgencia por sacar el vino al mercado. Sus cavas pasan mínimo 24 meses de crianza, y algunos superan los 80. Esta maduración prolongada aporta un perfil umami, de frutos secos tostados, masa madre y membrillo seco, que los aleja completamente del perfil frutal inmediato al que se ha acostumbrado el consumidor medio de cava.
Local por origen, global por elección
La paradoja de Rimarts es que, siendo profundamente local, es una de las casas más internacionales del Penedès. Sus botellas viajan más a Escandinavia, Japón y Canadá que a los supermercados de Barcelona. Esto no es casualidad: son vinos que exigen tiempo, atención y una cierta cultura de beber despacio.
En un mundo donde el cava sufre por su propio éxito masivo, Rimarts representa otra forma de entender las burbujas : como un vino de guarda, de pensamiento, de autenticidad. Y quizá por eso sus botellas no sólo envejecen bien en bodega, sino que ganan profundidad en la memoria.