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Comprar Vino de Sara i René Viticultors
La historia de Sara i René Viticultors comienza en 2001, cuando Sara Pérez y René Barbier Jr., herederos de dos de las familias más influyentes del renacimiento del Priorat —los Pérez Ovejero de Mas Martinet y los Barbier de Clos Mogador—, deciden iniciar un proyecto paralelo, independiente y profundamente personal. Lo hacen con una idea clara: recuperar la esencia del paisaje sin ataduras ni artificios.
Comenzaron por lo más difícil: una parcela olvidada en el valle de Pesseroles. Más de diez años en abandono. La tierra, erosionada; las cepas, heridas. Y sin embargo, ahí vieron potencial. Durante cuatro años trabajaron sin descanso: replantar, podar, escuchar a la viña. El tiempo hizo su parte. Las viejas cepas volvieron a brotar. El viñedo volvió a hablar.
Desde entonces, han forjado un estilo propio: vinos naturales del Priorat que nacen del respeto al lugar, con intervención mínima, agricultura ecológica y una atención obsesiva al detalle. El resultado no es una simple expresión del Priorat, sino una reinterpretación serena y profunda de su carácter.
Una nueva voz en el Priorat
Sara i René Viticultors entienden el Priorat no como un estilo uniforme, sino como un mosaico de microclimas, texturas y exposiciones. Trabajan con viñas viejas en terrazas imposibles y laderas escarpadas, donde la llicorella y la pizarra marcan el pulso. Pero su mirada va más allá de lo mineral: buscan el frescor, la elegancia, la tensión. Vinos con estructura, sí, pero también con verticalidad y pureza.
Partida Pedrer, por ejemplo, nace de una parcela orientada al norte, con una vinificación que combina racimos enteros y maceraciones largas. Aquí no hay maquillaje ni roble innecesario. Sólo el carácter del lugar, sin adornos.
Partida Bellvisos, otra joya del proyecto, fue recuperada tras décadas de abandono. Allí descubrieron cepas de Garnatxa Peluda que creían ser Cariñena. Esa revelación dio lugar a un vino de enorme frescura, tensión y profundidad: una expresión sincera de la montaña, de la sombra, del silencio.
Bodega sin artificios
En bodega, su filosofía es clara: intervención mínima, pero con máxima precisión. La vendimia se realiza a mano, el transporte es inmediato, y la fermentación se ajusta a cada variedad y añada. A veces usan ánforas, otras veces acero o madera neutra. No hay dogmas, solo coherencia. Como dice Sara: “No queremos recetas. No queremos moda. Queremos verdad”.
Sus vinos no buscan sorprender con volumen o intensidad, sino con textura, energía y emoción. Son vinos artesanales del Priorat que exigen atención, que invitan a detenerse. No se imponen, pero permanecen.
El alma de lo difícil
Sara i René Viticultors no es solo una bodega. Es un manifiesto de cómo se puede hacer vino con valentía, sensibilidad y respeto absoluto por el paisaje. Su trabajo demuestra que el lujo no está en la ostentación, sino en la autenticidad: en cada vendimia a mano, en cada cepa recuperada, en cada sorbo que sabe a pendiente, a piedra, a viento.
Para quienes buscan vinos con alma, que cuenten una historia sin estridencias, este proyecto es esencial. Es una voz que no grita, pero deja huella. Un Priorat contemporáneo, necesario.
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Comprar Vino de Sara i René Viticultors
La historia de Sara i René Viticultors comienza en 2001, cuando Sara Pérez y René Barbier Jr., herederos de dos de las familias más influyentes del renacimiento del Priorat —los Pérez Ovejero de Mas Martinet y los Barbier de Clos Mogador—, deciden iniciar un proyecto paralelo, independiente y profundamente personal. Lo hacen con una idea clara: recuperar la esencia del paisaje sin ataduras ni artificios.
Comenzaron por lo más difícil: una parcela olvidada en el valle de Pesseroles. Más de diez años en abandono. La tierra, erosionada; las cepas, heridas. Y sin embargo, ahí vieron potencial. Durante cuatro años trabajaron sin descanso: replantar, podar, escuchar a la viña. El tiempo hizo su parte. Las viejas cepas volvieron a brotar. El viñedo volvió a hablar.
Desde entonces, han forjado un estilo propio: vinos naturales del Priorat que nacen del respeto al lugar, con intervención mínima, agricultura ecológica y una atención obsesiva al detalle. El resultado no es una simple expresión del Priorat, sino una reinterpretación serena y profunda de su carácter.
Una nueva voz en el Priorat
Sara i René Viticultors entienden el Priorat no como un estilo uniforme, sino como un mosaico de microclimas, texturas y exposiciones. Trabajan con viñas viejas en terrazas imposibles y laderas escarpadas, donde la llicorella y la pizarra marcan el pulso. Pero su mirada va más allá de lo mineral: buscan el frescor, la elegancia, la tensión. Vinos con estructura, sí, pero también con verticalidad y pureza.
Partida Pedrer, por ejemplo, nace de una parcela orientada al norte, con una vinificación que combina racimos enteros y maceraciones largas. Aquí no hay maquillaje ni roble innecesario. Sólo el carácter del lugar, sin adornos.
Partida Bellvisos, otra joya del proyecto, fue recuperada tras décadas de abandono. Allí descubrieron cepas de Garnatxa Peluda que creían ser Cariñena. Esa revelación dio lugar a un vino de enorme frescura, tensión y profundidad: una expresión sincera de la montaña, de la sombra, del silencio.
Bodega sin artificios
En bodega, su filosofía es clara: intervención mínima, pero con máxima precisión. La vendimia se realiza a mano, el transporte es inmediato, y la fermentación se ajusta a cada variedad y añada. A veces usan ánforas, otras veces acero o madera neutra. No hay dogmas, solo coherencia. Como dice Sara: “No queremos recetas. No queremos moda. Queremos verdad”.
Sus vinos no buscan sorprender con volumen o intensidad, sino con textura, energía y emoción. Son vinos artesanales del Priorat que exigen atención, que invitan a detenerse. No se imponen, pero permanecen.
El alma de lo difícil
Sara i René Viticultors no es solo una bodega. Es un manifiesto de cómo se puede hacer vino con valentía, sensibilidad y respeto absoluto por el paisaje. Su trabajo demuestra que el lujo no está en la ostentación, sino en la autenticidad: en cada vendimia a mano, en cada cepa recuperada, en cada sorbo que sabe a pendiente, a piedra, a viento.
Para quienes buscan vinos con alma, que cuenten una historia sin estridencias, este proyecto es esencial. Es una voz que no grita, pero deja huella. Un Priorat contemporáneo, necesario.
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