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La Maison Romane
Gevrey Chambertin£114,58
£108,85/ud (-5%)
Mostrando 1 a 7 de 7
Comprar Vino de La Maison Romane
En el corazón de Vosne‑Romanée, bajo la sombra de los grandes crus, nace La Maison Romane, un proyecto íntimo y radicalmente auténtico fundado por Oronce de Beler. Antiguo editor parisino reconvertido en vigneron, Oronce llegó a Côte d’Or en 2004 sin viñedos propios, pero con una visión clara: producir vinos de terroir en Borgoña que fueran testimonio puro del origen, sin artificios ni concesiones a la moda.
Desde su primera vendimia en 2005, eligió trabajar exclusivamente con uvas procedentes de viticultores orgánicos y biodinámicos de confianza, a menudo en pueblos menos conocidos pero con suelos de gran carácter: Fixin, Marsannay, Côtes de Nuits Villages, Hautes-Côtes. Con ellos construyó relaciones basadas en respeto mutuo, compartiendo la obsesión por la salud del suelo y la vida microbiana.
La bodega, primero en Vosne y hoy en Nuits‑Saint‑Georges, sigue funcionando con el mismo principio rector: mínima intervención en bodega. Fermentaciones espontáneas, racimos enteros, crianza en barricas borgoñonas viejas, sin clarificación ni filtrado. Incluso el embotellado se realiza por gravedad y a mano, sellado con cera como guiño a la artesanía ancestral.
Del suelo a la copa, sin maquillaje
Cada vino de La Maison Romane habla con voz propia. El secreto está en el equilibrio entre intervención mínima y meticulosidad extrema. Nada es aleatorio: la vendimia es manual, la selección rigurosa, y la extracción muy suave. La crianza en madera usada busca dar soporte, no disfraz. El uso de sulfuroso es reducido al mínimo necesario o incluso nulo, dependiendo de la añada.
El resultado son vinos naturales de Borgoña con expresión transparente: frescura, nervio, una tensión casi eléctrica. En los tintos domina el perfil floral y terroso, con textura sedosa y final largo, pero sin excesos. Son vinos que no buscan impresionar, sino emocionar.
Una gama plural, un mismo hilo conductor
La Maison Romane produce vinos desde denominaciones regionales hasta crus ilustres, pero siempre bajo el mismo enfoque riguroso. Un Côtes de Nuits Villages recibe el mismo cuidado que un Vosne‑Romanée o un Corton. En sus mejores añadas, los vinos muestran una fusión rara de ligereza y profundidad, ideales tanto para el disfrute inmediato como para la guarda pausada.
Ejemplo de ello es La Maison Romane Marsannay Longeroies, fermentado con racimos enteros, criado 18 meses en barricas viejas y embotellado sin clarificación. O La Maison Romane Gevrey-Chambertin La Justice, de suelos aluviales y pedregosos con alto contenido calcáreo, que ofrece una expresión de notable frescura, con fruta negra madura, especias suaves y un fondo terroso que refleja fielmente la identidad de Gevrey.
Más que vino: un ecosistema vivo
Oronce concibe su bodega como parte de un ecosistema agrícola integral. Los residuos de vinificación se reutilizan para producir cervezas salvajes, sidras o compost. El viñedo no es un ente aislado, sino un organismo en diálogo con todo su entorno. Esta visión circular le ha llevado también a fundar Ancestrel, un proyecto hermano que integra vino, cerveza, pan y fermentos en una misma filosofía vital.
Vinos que emocionan, no que presumen
La Maison Romane no busca perfección técnica ni reconocimiento grandilocuente. Su misión es más silenciosa: expresar con honestidad lo que el suelo, el clima y la vid regalan cada año. Sus vinos no gritan, susurran; no deslumbran, conmueven. Son vinos para quienes buscan autenticidad en cada trago.
En un panorama donde muchos buscan repetir fórmulas, Oronce de Beler ha elegido el camino más difícil: hacer menos, intervenir menos, pero observar más. Y en ese respeto profundo por la naturaleza, ha encontrado una verdad que no necesita decorados.
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Comprar Vino de La Maison Romane
En el corazón de Vosne‑Romanée, bajo la sombra de los grandes crus, nace La Maison Romane, un proyecto íntimo y radicalmente auténtico fundado por Oronce de Beler. Antiguo editor parisino reconvertido en vigneron, Oronce llegó a Côte d’Or en 2004 sin viñedos propios, pero con una visión clara: producir vinos de terroir en Borgoña que fueran testimonio puro del origen, sin artificios ni concesiones a la moda.
Desde su primera vendimia en 2005, eligió trabajar exclusivamente con uvas procedentes de viticultores orgánicos y biodinámicos de confianza, a menudo en pueblos menos conocidos pero con suelos de gran carácter: Fixin, Marsannay, Côtes de Nuits Villages, Hautes-Côtes. Con ellos construyó relaciones basadas en respeto mutuo, compartiendo la obsesión por la salud del suelo y la vida microbiana.
La bodega, primero en Vosne y hoy en Nuits‑Saint‑Georges, sigue funcionando con el mismo principio rector: mínima intervención en bodega. Fermentaciones espontáneas, racimos enteros, crianza en barricas borgoñonas viejas, sin clarificación ni filtrado. Incluso el embotellado se realiza por gravedad y a mano, sellado con cera como guiño a la artesanía ancestral.
Del suelo a la copa, sin maquillaje
Cada vino de La Maison Romane habla con voz propia. El secreto está en el equilibrio entre intervención mínima y meticulosidad extrema. Nada es aleatorio: la vendimia es manual, la selección rigurosa, y la extracción muy suave. La crianza en madera usada busca dar soporte, no disfraz. El uso de sulfuroso es reducido al mínimo necesario o incluso nulo, dependiendo de la añada.
El resultado son vinos naturales de Borgoña con expresión transparente: frescura, nervio, una tensión casi eléctrica. En los tintos domina el perfil floral y terroso, con textura sedosa y final largo, pero sin excesos. Son vinos que no buscan impresionar, sino emocionar.
Una gama plural, un mismo hilo conductor
La Maison Romane produce vinos desde denominaciones regionales hasta crus ilustres, pero siempre bajo el mismo enfoque riguroso. Un Côtes de Nuits Villages recibe el mismo cuidado que un Vosne‑Romanée o un Corton. En sus mejores añadas, los vinos muestran una fusión rara de ligereza y profundidad, ideales tanto para el disfrute inmediato como para la guarda pausada.
Ejemplo de ello es La Maison Romane Marsannay Longeroies, fermentado con racimos enteros, criado 18 meses en barricas viejas y embotellado sin clarificación. O La Maison Romane Gevrey-Chambertin La Justice, de suelos aluviales y pedregosos con alto contenido calcáreo, que ofrece una expresión de notable frescura, con fruta negra madura, especias suaves y un fondo terroso que refleja fielmente la identidad de Gevrey.
Más que vino: un ecosistema vivo
Oronce concibe su bodega como parte de un ecosistema agrícola integral. Los residuos de vinificación se reutilizan para producir cervezas salvajes, sidras o compost. El viñedo no es un ente aislado, sino un organismo en diálogo con todo su entorno. Esta visión circular le ha llevado también a fundar Ancestrel, un proyecto hermano que integra vino, cerveza, pan y fermentos en una misma filosofía vital.
Vinos que emocionan, no que presumen
La Maison Romane no busca perfección técnica ni reconocimiento grandilocuente. Su misión es más silenciosa: expresar con honestidad lo que el suelo, el clima y la vid regalan cada año. Sus vinos no gritan, susurran; no deslumbran, conmueven. Son vinos para quienes buscan autenticidad en cada trago.
En un panorama donde muchos buscan repetir fórmulas, Oronce de Beler ha elegido el camino más difícil: hacer menos, intervenir menos, pero observar más. Y en ese respeto profundo por la naturaleza, ha encontrado una verdad que no necesita decorados.
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