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Comprar Vino de Marqués de Vizhoja
En el corazón de Galicia, donde los viñedos parecen fundirse con la bruma atlántica, se alza la Bodega Marqués de Vizhoja. Su hogar es un paraje idílico a orillas del río Miño, en la subzona del Condado do Tea, donde la tierra respira historia y tradición.
La historia de la bodega comienza en 1968, cuando Don Mariano Peláez, un hombre con la pasión de un artesano y la visión de un pionero, decidió embotellar la esencia de su Galicia natal. No era solo un productor; era un soñador que, con cada cosecha, buscaba capturar la identidad de su tierra. Su legado sigue vivo en las manos de sus hijos, Jorge y Javier Peláez, quienes han sabido modernizar el proyecto sin perder su alma original.
Viñedos
Casi 40 hectáreas de viñedo envuelven la bodega en una paleta de verdes vibrantes. Son tierras privilegiadas, con un clima atlántico que les regala inviernos suaves, veranos frescos y esa humedad que mantiene las vides en equilibrio perfecto.
Pero aquí no se trata solo de clima. El suelo, de textura franco-arenosa, aporta un drenaje natural que ayuda a que las uvas crezcan con concentración y carácter. Y hablando de uvas, aquí se rinde culto a las variedades autóctonas: Albariño, Loureira y Treixadura. Cada una aporta su matiz, su personalidad, su historia.
El compromiso con la sostenibilidad es otro pilar fundamental. No es una moda; es una forma de vida. En la bodega, las prácticas respetuosas con el medioambiente garantizan que el viñedo siga dando su mejor versión a las futuras generaciones.
Filosofía
Hacer vino es mucho más que fermentar uvas. Es un arte, una danza entre la naturaleza y la mano del hombre. En Marqués de Vizhoja, la vinificación sigue una premisa clara: respetar el origen. Eso significa vendimias manuales, selección cuidadosa y un proceso de elaboración que busca la pureza en cada botella.
Los vinos aquí no son productos; son relatos embotellados. Cada sorbo te transporta a una ladera soleada, a una mañana fresca de vendimia, a una conversación en torno a una mesa llena de buenos amigos.
Marqués de Vizhoja ha sabido evolucionar sin perder su esencia. La innovación y la tradición caminan de la mano. Desde el uso de tecnología punta en la vinificación hasta la aplicación de métodos ancestrales que garantizan que cada botella conserve la autenticidad del viñedo.
Porque al final del día, un buen vino no es solo el resultado de una técnica impecable. Es un reflejo de la tierra, del clima, de las manos que lo han creado. Y sobre todo, de la pasión que lo impulsa.
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Comprar Vino de Marqués de Vizhoja
En el corazón de Galicia, donde los viñedos parecen fundirse con la bruma atlántica, se alza la Bodega Marqués de Vizhoja. Su hogar es un paraje idílico a orillas del río Miño, en la subzona del Condado do Tea, donde la tierra respira historia y tradición.
La historia de la bodega comienza en 1968, cuando Don Mariano Peláez, un hombre con la pasión de un artesano y la visión de un pionero, decidió embotellar la esencia de su Galicia natal. No era solo un productor; era un soñador que, con cada cosecha, buscaba capturar la identidad de su tierra. Su legado sigue vivo en las manos de sus hijos, Jorge y Javier Peláez, quienes han sabido modernizar el proyecto sin perder su alma original.
Viñedos
Casi 40 hectáreas de viñedo envuelven la bodega en una paleta de verdes vibrantes. Son tierras privilegiadas, con un clima atlántico que les regala inviernos suaves, veranos frescos y esa humedad que mantiene las vides en equilibrio perfecto.
Pero aquí no se trata solo de clima. El suelo, de textura franco-arenosa, aporta un drenaje natural que ayuda a que las uvas crezcan con concentración y carácter. Y hablando de uvas, aquí se rinde culto a las variedades autóctonas: Albariño, Loureira y Treixadura. Cada una aporta su matiz, su personalidad, su historia.
El compromiso con la sostenibilidad es otro pilar fundamental. No es una moda; es una forma de vida. En la bodega, las prácticas respetuosas con el medioambiente garantizan que el viñedo siga dando su mejor versión a las futuras generaciones.
Filosofía
Hacer vino es mucho más que fermentar uvas. Es un arte, una danza entre la naturaleza y la mano del hombre. En Marqués de Vizhoja, la vinificación sigue una premisa clara: respetar el origen. Eso significa vendimias manuales, selección cuidadosa y un proceso de elaboración que busca la pureza en cada botella.
Los vinos aquí no son productos; son relatos embotellados. Cada sorbo te transporta a una ladera soleada, a una mañana fresca de vendimia, a una conversación en torno a una mesa llena de buenos amigos.
Marqués de Vizhoja ha sabido evolucionar sin perder su esencia. La innovación y la tradición caminan de la mano. Desde el uso de tecnología punta en la vinificación hasta la aplicación de métodos ancestrales que garantizan que cada botella conserve la autenticidad del viñedo.
Porque al final del día, un buen vino no es solo el resultado de una técnica impecable. Es un reflejo de la tierra, del clima, de las manos que lo han creado. Y sobre todo, de la pasión que lo impulsa.