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Comprar Vino de Ca’ Del Bosco
En plena región de Franciacorta, al norte de Italia, se encuentra una de las joyas más emblemáticas del vino espumoso italiano: Ca’ del Bosco. Lo que hoy es una referencia absoluta en el mundo del vino, comenzó como una casa modesta entre castaños y robles en Erbusco, adquirida por Annamaria Clementi en los años 60. Su hijo, Maurizio Zanella, vio en aquel rincón del bosque una posibilidad única: transformar una pasión en legado.
Desde 1968, cuando se plantó el primer viñedo, hasta la fundación oficial de la bodega en 1969, el camino fue claro: buscar no solo calidad, sino identidad, innovación y belleza. Ca’ del Bosco no se conformó con seguir una tradición; la reinventó, elevando el nombre de Franciacorta al escenario internacional.
Un manifiesto de precisión y estética
En Ca’ del Bosco, la vid no se cultiva: se cuida con obsesión. Cada paso —desde el viñedo hasta la botella— responde a un mismo principio: excelencia sin concesiones. La selección manual de racimos, el exclusivo sistema de lavado de uvas con baños de remojo, el uso de levaduras seleccionadas y la crianza en condiciones controladas forman parte de un proceso diseñado con meticulosidad casi quirúrgica.
Este enfoque técnico no excluye la emoción. El arte y la arquitectura conviven con la viticultura, haciendo de la bodega un lugar donde el vino se convierte en expresión cultural. Esculturas contemporáneas, instalaciones visuales y una estética refinada refuerzan la idea de que cada botella es una obra de arte total.
Franciacorta: el terroir como identidad
La fuerza de Ca’ del Bosco está profundamente arraigada en el territorio. Franciacorta, con sus suelos glaciares, colinas suaves y brisas del Lago de Iseo, proporciona un entorno ideal para variedades como Chardonnay, Pinot Nero y Pinot Bianco. Pero más allá de las uvas, es la interpretación del terroir lo que marca la diferencia: cada parcela se vinifica por separado, respetando su carácter único, y se ensambla solo cuando se alcanza la armonía buscada.
Maurizio Zanella fue pionero en entender que Franciacorta podía —y debía— mirar de frente a las grandes regiones de espumosos del mundo. Y no se equivocó.
Burbujas con alma
Entre los vinos espumosos de alta gama, se encuentra la cuvée Annamaria Clementi, un tributo a su madre y máxima expresión de la casa. Solo en añadas excepcionales, con crianza prolongada sobre lías y una pureza cristalina, esta cuvée representa el pináculo del método clásico italiano. No hay concesiones, no hay prisas: solo tiempo, precisión y terroir.
Pero incluso sus etiquetas más accesibles mantienen el sello inconfundible de la bodega: elegancia, frescura y estructura. Cada vino lleva la firma de un estilo claro, coherente y reconocible.
Por qué Ca’ del Bosco importa
Ca’ del Bosco no es simplemente una bodega exitosa. Es un símbolo de transformación. De cómo una visión audaz puede cambiar el destino de una región. De cómo el respeto por la tierra, combinado con una obsesión técnica y una sensibilidad artística, puede dar lugar a vinos que emocionan.
Quien abre una botella de Ca’ del Bosco no solo bebe vino. Bebe historia, territorio, arte y una forma muy italiana de entender la excelencia.
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£47,54
£45,16/ud (-5%)
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£60,30
£57,29/ud (-5%)
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£62,11
£59,00/ud (-5%)
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Comprar Vino de Ca’ Del Bosco
En plena región de Franciacorta, al norte de Italia, se encuentra una de las joyas más emblemáticas del vino espumoso italiano: Ca’ del Bosco. Lo que hoy es una referencia absoluta en el mundo del vino, comenzó como una casa modesta entre castaños y robles en Erbusco, adquirida por Annamaria Clementi en los años 60. Su hijo, Maurizio Zanella, vio en aquel rincón del bosque una posibilidad única: transformar una pasión en legado.
Desde 1968, cuando se plantó el primer viñedo, hasta la fundación oficial de la bodega en 1969, el camino fue claro: buscar no solo calidad, sino identidad, innovación y belleza. Ca’ del Bosco no se conformó con seguir una tradición; la reinventó, elevando el nombre de Franciacorta al escenario internacional.
Un manifiesto de precisión y estética
En Ca’ del Bosco, la vid no se cultiva: se cuida con obsesión. Cada paso —desde el viñedo hasta la botella— responde a un mismo principio: excelencia sin concesiones. La selección manual de racimos, el exclusivo sistema de lavado de uvas con baños de remojo, el uso de levaduras seleccionadas y la crianza en condiciones controladas forman parte de un proceso diseñado con meticulosidad casi quirúrgica.
Este enfoque técnico no excluye la emoción. El arte y la arquitectura conviven con la viticultura, haciendo de la bodega un lugar donde el vino se convierte en expresión cultural. Esculturas contemporáneas, instalaciones visuales y una estética refinada refuerzan la idea de que cada botella es una obra de arte total.
Franciacorta: el terroir como identidad
La fuerza de Ca’ del Bosco está profundamente arraigada en el territorio. Franciacorta, con sus suelos glaciares, colinas suaves y brisas del Lago de Iseo, proporciona un entorno ideal para variedades como Chardonnay, Pinot Nero y Pinot Bianco. Pero más allá de las uvas, es la interpretación del terroir lo que marca la diferencia: cada parcela se vinifica por separado, respetando su carácter único, y se ensambla solo cuando se alcanza la armonía buscada.
Maurizio Zanella fue pionero en entender que Franciacorta podía —y debía— mirar de frente a las grandes regiones de espumosos del mundo. Y no se equivocó.
Burbujas con alma
Entre los vinos espumosos de alta gama, se encuentra la cuvée Annamaria Clementi, un tributo a su madre y máxima expresión de la casa. Solo en añadas excepcionales, con crianza prolongada sobre lías y una pureza cristalina, esta cuvée representa el pináculo del método clásico italiano. No hay concesiones, no hay prisas: solo tiempo, precisión y terroir.
Pero incluso sus etiquetas más accesibles mantienen el sello inconfundible de la bodega: elegancia, frescura y estructura. Cada vino lleva la firma de un estilo claro, coherente y reconocible.
Por qué Ca’ del Bosco importa
Ca’ del Bosco no es simplemente una bodega exitosa. Es un símbolo de transformación. De cómo una visión audaz puede cambiar el destino de una región. De cómo el respeto por la tierra, combinado con una obsesión técnica y una sensibilidad artística, puede dar lugar a vinos que emocionan.
Quien abre una botella de Ca’ del Bosco no solo bebe vino. Bebe historia, territorio, arte y una forma muy italiana de entender la excelencia.
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