Todo acerca de los vinos generosos de Jerez

España es un país privilegiado para la elaboración de vinos generosos. Durante siglos Andalucía y, concretamente, la región de Jerez, situada en el extremo meridional bajo la influencia conjunta del Mediterráneo y el Atlántico, ha representado un territorio especial para la elaboración de vinos generosos.

Lo que hace posible que Jerez sea singular para la producción exquisita de vinos generosos es, por un lado, la proximidad del océano Atlántico y de los ríos Guadalquivir y Guadalete. Éstos ejercen un efecto moderador sobre las temperaturas en un clima de secano, donde la temperatura media anual es de 22 grados, por lo que existen saltos térmicos entre el día y la noche, favoreciendo el ciclo de madurez de las uvas. 

Los suelos de albariza de estructura esponjosa retienen el agua en forma de reservas para combatir los meses de sequía durante el verano. Se trata de un suelo blanco calizo muy similar al de champaña, por lo que suele ser muy interesante las interpretaciones de ambas regiones situadas en zonas extremas.

Por otra parte, la variedad Palomino Fino de piel fina y pulpa jugosa, ideal para la elaboración tradicional de crianza en flor.

 

¿Cómo se elabora un vino generoso?

 

Tras la recepción de la vendimia, se prensan las uvas y posteriormente se procede al desfangado estático en frío al igual que una vinificación en blanco. A continuación, se siembran las levaduras en el mosto para que arranque la fermentación alcohólica y, con ello, la obtención de un vino de 11 a 12,5 grados de alcohol. 

Finalizada la fermentación, se clasifican los vinos según la calidad y el cuerpo: aquellos más ligeros con poca concentración de taninos y más ácidos serán destinados para la elaboración de finos o manzanillas, mientras que los vinos los vinos más opulentos, estructurados y oscuros se destinan para vino oloroso. 

Dicha clasificación será determinada por el capataz de bodega tras una rigurosa cata de los mostos y vinos.

En Jerez, los vinos generosos deben tener mínimo de tres años de crianza en botas de roble americano de 500 litros donde se lleva a cabo dos tipos de crianza: crianza biológica bajo velo flor y oxidativa mediante el sistema de soleras.

Los vinos del tipo fino y manzanilla son encabezados hasta los 15-15,5 grados de alcohol mediante la adición de alcohol vínico en donde transcurrirá la crianza biológica, mientras que los vinos destinados para oloroso se fortifican directamente hasta los 18º en adelante, por lo que sólo realizaran una crianza oxidativa por soleras ya que la flor no es capaz de reproducirse a dosis tan altas de alcohol. 

Durante la elaboración de una manzanilla o fino si el capataz interviene volviendo a fortificar éste llegando a los 17,5º mínimos y le confiere una crianza por soleras mayor a cinco años, tendremos un amontillado. Un amontillado no es nada más que una manzanilla o fino pasado.

 

¿Qué son las soleras de Jerez?

Para crear un sistema de soleras, se necesita una reserva importante de vinos, distribuidos en diferentes escalas. La escala más añeja se llama solera y las botas que contienen estos vinos están al nivel del suelo. Todos los vinos que se embotellan proceden de la solera. 

Por encima de la solera, se apilan las diferentes criaderas, que contienen vinos progresivamente más jóvenes, hasta llegar a los vinos de añada situados en la escala más alta. Ésta última es rellenada con los vinos de añada denominados sobretablas. 

La escala completa puede tener más de diez niveles diferentes. El objetivo es mezclar vinos de distintas añadas con la finalidad de que el vino final siempre tenga el mismo carácter.

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