Marcos Eguren, de Viñedos y Bodegas Sierra Cantabria: “Para nuestra familia, hacer el vino de viñedo significa trabajar siempre de la mano con la naturaleza”

Para Marcos Eguren, enólogo y propietario junto a su hermano Miguel, Viñedos y Bodegas Sierra Cantabria. Con más de 150 años de historia, esta bodega lleva sosteniendo una misma filosofía durante más de cuatro generaciones. “Es el respeto por la tierra, por el medioambiente y la identidad del vino que nace de cada viña”, resume Marcos Eguren, y agrega que para él, “El vino es emoción, es la expresión de un paisaje, de un trabajo, de una gente, es un compendio de cultura y disfrute”. En esta entrevista con Gourmet Hunters, nos cuenta todo acerca de cómo se elaboran sus vinos, cómo se obtiene un gran vino, y cómo elige qué vino tomar en cada momento.

 

¿Cómo describirías la filosofía que lleva sosteniendo su familia desde hace cuatro generaciones?

Nuestra familia es una familia de viticultores y vinicultores siempre ha tenido la misma filosofía. Es el respeto por la tierra, el medioambiente y la identidad del vino que nace de cada viña. Y, por supuesto, también la idea de lograr un producto lo más saludable posible. Para esto, se realiza un trabajo exhaustivo y cuidadoso del viñedo sin emplear ningún producto, ni preservantes químicos, ni minerales, ni productos de síntesis. Se trata de un cuidado exquisito para conseguir la mejor identidad de cada viñedo, tanto en viñedo como en bodega. 

De ahí la importancia que le dan a la viticultura tradicional…

Nosotros siempre hemos creído que el vino es grande si el viñedo es grande. Y el vino se hace y se debe hacer en el viñedo. La calidad de un producto siempre está basado en cuatro factores: su suelo, el clima, la variedad y el trabajo que se realiza en el viñedo. Cuando estos cuatro factores están en plena complicidad es cuando nace el gran vino. Siempre sin manipular el medio, porque lógicamente dentro de lo que es el trabajo nosotros podemos interferir con riego, con abonos minerales, con preservantes químicos, con productos de síntesis, etc. Nosotros siempre hemos huido de ellos. Para nuestra familia, hacer el vino de viñedo significa trabajar siempre de la mano con la naturaleza. Es decir, realizar un laboreo manual sin modificación de la estructura del suelo con un aporte de materia orgánica, de estiércol, siempre del entorno, pero muy controlado. Nos aseguramos de que este estiércol esté compostado durante 2 o 3 años, porque vamos a aportar una carga microbiologica que va a ser el sustento para que esa tierra tenga una microfauna espectacular, de lombrices, insectos, microorganismos y una microflora con hierbas del propio entorno. Eso va a dar vida a la tierra, va a dar vida a la planta y por supuesto va a dar una vida, una energía y una pureza diferente al vino. 

También supone un trabajo mucho mayor

Sí. Es un trabajo con mucha más dedicación, está claro. Porque nosotros tenemos que estar continuamente en el viñedo, o haciendo un laboreo manual, eliminar las hierbas que no son buenas de forma manual. También hay momentos en los que hay que conducir la vegetación, porque hay años más fríos y años más cálidos. Hay años en los que necesitamos más superficie foliar, con lo cual tendremos que cuidar que la planta se desarrolle con pureza y fuerza. Hay otros años que a lo mejor necesitamos que la vegetación se limite, porque hay mucha evapotranspiración. Hay años muy lluviosos, con lo cual tendremos que limitar un poco la producción también. Hay infinidad de factores que hacen que estemos continuamente interrelacionados con la viña. 

"Nuestra familia siempre ha tenido la misma filosofía. Es el respeto por la tierra, el medioambiente y la identidad del vino que nace de cada viña"

Siempre mantuvieron la misma filosofía, pero ¿Qué cosas nuevas han tenido que incorporar con el tiempo?

Nosotros trabajamos como trabajaba nuestro bisabuelo pero con una diferencia y es que hoy tenemos medios y conocimientos que ellos no tenían. Por ejemplo, mi bisabuelo utilizaba estiércol, pero usaba una cantidad indeterminada y dependiendo de lo que él podía concebir cada año. Hoy no nos los podemos permitir. Nosotros tenemos que trabajar con la tierra con una altísima precisión, entonces la tenemos que analizar, ver cómo están los micro y macro componentes, cómo está la vida biológica en el suelo, y aportar la materia orgánica necesaria. Sabemos que puede ser 200 kilos por hectárea de un compuesto orgánico que ya esté compostado durante bastante tiempo, que no haya aporte de nitrógeno, que no haya aporte de otras cosas, sino de vida, de materia orgánica. Hay otros años en que a lo mejor esto hay que completarlo con hierro, calcio, y para esto en la materia orgánica compostamos plantas del entorno, que nos vayan a aportar algún bicarbonato cálcico, un poco de estos micro y macro elementos para buscar siempre el equilibrio. Creo que el gran vino siempre se muestra por su equilibrio.



El hecho de que no intervengan en la tierra no quiere decir que no la tengan muy estudiada

Por supuesto. Lo que no hacemos es modificarla. Si sabemos que el equilibrio y la vida de ese viñedo tiene un gramo de materia orgánica, si quisiéramos producir un poco más podríamos elevarlo a 2 gramos y medio. Sería un compostaje natural, pero estaríamos rotando la tierra. Si el medio es inferior sabemos que va a haber un deterioro de la calidad porque la planta no va a tener los micro y macro elementos para desarrollarse con equilibrio, ni con exceso ni con defecto. 

 

¿Qué características le aporta a sus vinos el hecho de elaborarse a los pies de la sierra de Sonsierra?

San Vicente de la Sonsierra es un pequeño pueblo situado en La Rioja, al norte de España. ¿Por qué en nuestro pueblo la vid es un cultivo milenario? Por varias razones. Primero, porque es un terreno muy pobre que viene de la degradación de la Sierra Cantabria, es un suelo de características muy pobres, con lo cual es muy difícil que otros cultivos que necesitan tierra muy rica se desarrollen. Segundo, es una tierra que difícilmente se puede regar, porque está arriba del río Ebro, entonces tenemos que limitarnos a la pluviometría natural del entorno. Aunque ahora se están haciendo regadíos en la zona para poder regar el viñedo, nosotros en principio huimos de esto. Tercero, nosotros estamos limitados al norte por la sierra Cantabria, justo en las faldas de esta sierra. La Sierra Cantabria nos protege de los vientos fríos y de las lluvias del Cantábrico. A modo de ejemplo, en la parte arriba de la sierra, la parte norte que da hacia el Cantábrico, pueden llover como 1.100/1.200 litros por m2 al año. Y en la parte sur de la sierra, que es la nuestra, entre 450 y 500. En 300 metros hay una diferencia de lluvia de más del doble. Entonces, la sierra nos protege de la lluvia y de los vientos fríos del norte. Porque nosotros por nuestra altitud y latitud somos una zona límite de cultivo. Con lo cual, necesitamos una exposición sur sureste para que la uva llegue a su equilibrio perfecto de maduración. 

 

 

"Creo que el gran vino siempre se muestra por su equilibrio"

¿Por qué sus vinos son tan emblemáticos?

Creo que nuestra familia y nuestros vinos se han destacado muchas veces por su singularidad. Normalmente, en una gran parte del mundo, los vinos son vinos de ensamblaje, es decir, la bodega decide cómo quiere que sea su vino y aporta diferentes variedades de uva de diferentes zonas dependiendo del año, hace un ensamblaje, y entonces la estructura del vino la da la bodega. En nuestro caso, es una filosofía mucho más pura y diferente. Es decir, la identidad del vino la va a dar el viñedo y sus circunstancias anuales, su lluvia, su sol. La expresión de esa parcela. ¿Qué es lo que ha singularizado tanto a nuestros vinos? Nosotros hacemos vinos parcelarios, es decir, de cada parcela un vino. Esto en España no era muy habitual, cuando empezamos prácticamente no había nadie. Y eso es una de nuestras claves, nuestro conocimiento del entorno, del medio, y de la zona. Y también el trabajo para tener un vino de gran transparencia, pureza y equilibrio. Todo está enfocado ahí. Y eso es lo que se traduce en que el vino transmite una emoción que uno no sabe expresar, pero que te cautiva. 



¿Algún preferido personal?

Para mí son todos grandes preferidos, porque son casi como hijos. Pero lógicamente cada uno toca una parte sensible. Por ejemplo, nuestro vino menos internacional, el Murmurón, que se vende de una forma muy local, en La Rioja, el País Vasco y un poco también en otros sitios, para mí es un vino que transmite la emoción del tiempo. Porque es el vino que más le gusta a mi padre, es un vino de maceración carbónica, joven, sencillo, pero que es el vino que ha hecho mi familia durante varias generaciones. Es el vino que hacía mi tatarabuelo, mi bisabuelo, mi padre. Entonces seguimos manteniendo un poco esa parte para una zona muy local. Es un vino muy peculiar, con una fruta muy intensa, pero que muchas veces causa un impacto y una sensación que, si no estás acostumbrado, no la entiendes. Pero es el vino que más se aproxima al momento más feliz del viticultor que es la vendimia. Luego tenemos vinos tan emblemáticos como el San Vicente, que es el patrón de nuestro pueblo y el patrón de todos los viticultores del mundo. Para nosotros tiene una connotación emblemática. ¿Es el vino que más me gusta? Depende de los momentos, de la compañía. Es uno de los vinos que más consumimos cuando estoy comiendo con mi señora porque a ella le encanta. 

 

¿Hay un vino para cada momento?

Hay vinos con poderío, que hacen vibrar, que son para un momento de felicidad, cuando estás disfrutando en una comida con amigos, como Finca El Bosque, que tiene esa fuerza, ese nervio, esa profundidad. Te hace ver las cosas de otra manera, y te genera esas emociones, son momentos mágicos. La Nieta es para cuando llegas a casa muy cansado, y no te apetece algo muy invasivo, sino más bien algo delicado, que te envuelva. Coges una copita de vino La Nieta y es la elegancia, es esa finura, es eso que te preguntas ¿Estoy comiendo o no estoy comiendo? Es un vino, pero muchas veces una copita sola es pura sensación de felicidad. O vinos como el Amancio, que tiene esa complejidad. Es el nombre de nuestro bisabuelo. Te hace realmente sentir las sensaciones del vino. Cuando se habla de esa evolución, cómo va demostrando los matices, cómo desarrolla la finca, los aromas del entorno, de las hierbas aromáticas del monte bajo, y luego tiene esa parte un poco más especiada de ese terreno. Cuando un vino te transmite eso, es un momento más reflexivo, un momento de grandes conocedores y consumidores de vino. Cada vino tiene su momento. Depende de la compañía, de las sensaciones, de los momentos. Además, normalmente cuando elijo el vino pienso en el vino y después en lo que voy a comer. Un poco al revés. También qué compañía tengo. Al momento, a las sensaciones, y a la comida. Es un todo. El vino es emoción, es la expresión de un paisaje, de un trabajo, de una gente, es un compendio de cultura, de disfrute. La calidad del vino la podemos juzgar con menor o mayor acierto los técnicos, pero realmente es muy sencillo. ¿Cuál es el mejor vino para ti? El que más te guste. No hace falta que sea ni el que vale más o menos dinero. El que más te guste y el que más te haga disfrutar y sentir esa emoción en el momento en el que te encuentres. Eso es muy sencillo. Porque todos sabemos cuándo disfrutamos más o menos, según el momento en el que estamos. 

 

"El vino es emoción, es la expresión de un paisaje, de un trabajo, de una gente, es un compendio de cultura, de disfrute"

¿Qué importancia tiene para ustedes tanto el mercado local como el internacional?

Vamos atravesando una transición. Mi abuelo y mi padre vendían el 100% del vino de una manera bastante local. Es decir, en la propia Rioja y las regiones del entorno. Mi abuelo incluso a nivel más local, casi que en los pueblos de alrededor y poco más. Cuando mi hermano y yo empezamos a trabajar, nos dimos cuenta de que lógicamente teníamos un gran producto, un viñedo excepcional que nos habían dejado nuestros antepasados, nuestro bisabuelo, nuestro abuelo. Nuestro padre hizo crecer de manera importante el viñedo y el viñedo de calidad, porque no era bueno. Entonces, nosotros nos encontramos con un patrimonio riquísimo, el cual decidimos que teníamos que darlo a conocer al mundo. 

No sólo se han ido expandiendo hacia el mercado internacional sino que también tienen varias bodegas

Tenemos diferentes bodegas, pero siempre dependiendo del viñedo, que es el origen. Sierra Cantabria, donde hacemos los vinos más tradicionales, los vinos de pueblo, y mantenemos la tradición de nuestros antepasados, de nuestros viñedos, cultivados en nuestra bodega, y de un entorno único. No es un ensamblaje de zonas, es un vino de pueblo. Eso es Sierra Cantabria, que es de donde nacimos. Luego está Señorío de San Vicente, una bodega con una filosofía clara: un viñedo, una bodega, un vino. Luego tenemos Viñedos de Páganos, que es una zona de un poco más altitud, más metida en la falda de la Sierra Cantabria. Un poco más al este, 45 hectáreas de viñedo, en las cuales hacemos tres vinos: el Puntido, La Nieta, y Calados del Puntido. Son vinos parcelarios con una identidad muy clara, es un viñedo que no tiene mucha tierra vegetal y su suelo es de una roca arenisca caliza, que le va a aportar esa complejidad y ese semi-estrés a la viña, a la planta y va a ser un vino siempre menos corpulento, más fino, pero con ese nervio, con esa acidez, con ese carácter un poco de fruta roja floral. Es un vino con una mineralidad muy arraigada, en el sentido de arraigo a su terroir, a su viñedo. La Nieta es un pequeño viñedo que para mí transmite unas emociones realmente únicas. Otra de nuestras bodegas es Viñedo Sierra Cantabria. Cuando empezamos a hacer vinos parcelarios, creamos una bodega para que, a partir de las diferentes grandes parcelas, poder hacer de cada parcela su vino. Ahí hacemos Finca El Bosque, Amancio, Sierra Cantabria Mágico, donde hacemos todos los vinos parcelarios. Y luego está Toro, que nos ayudó a comprender y a entender esa complejidad que necesitamos para el gran vino. 

¿Qué podemos esperar de ustedes en el futuro?

Nosotros somos muy dinámicos. En cualquier momento me gustará hacer algún blanco, no sé. Siempre hay proyectos. Se puede esperar de todo. Pero siempre tenemos que crecer en base al viñedo. Nos gustaría proyectos en otras zonas, pero a la hora de trabajar, tengo que ir viendo la vida del viñedo durante todo el año vegetativo para ser capaz de entender cómo hay que tratar a esa uva ese año. Todos los seres vivos tenemos nuestras virtudes y defectos. Para mí lo más importante es intentar potenciar las virtudes y minimizar los defectos, dependiendo del año climático y los demás factores. Y para eso, yo tengo que convivir con el viñedo todo el año. Entonces, es una forma complicada para crecer, pero es muy bonita. 

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